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martes, julio 31, 2007
Retorno al campo
Sin entrar en honduras sociológicas, varios hechos han coincidido esta semana para que se me ocurra hablar del retorno a la vida rural, o al menos de una cierta mirada idealizada en muchos casos de la vida campestre. No es el caso de Los santos inocentes, peli de Mario Camus que volvió a emitir la 2 hace dos semanas. Aun con todo, con su dureza y sus excelentes interpretaciones, algo hay de mirada complaciente en la vida de esos santos inocentes que soportan con resignación lo que los señoritos les quieren dar. La peli la he visto bastantes veces, e incluso con una alumna de bachillerato desmenuzamos todos los planos y es absolutamente recomendable.
El viernes, en BCN, en los Renoir, mientra huía de la canícula, que parecía ciertamente un perro raudo, fui a ver La suerte de Emma, una peli alemana en la que la protagonista, Emma, vive en una granja de cerdos alejada de toda civilización y convencionalismos. Allí llega, por el azar de un accidente, Max, un ordenado y germánico vendedor de coches, y a partir de ahí la vida de los dos cambia. La peli es agridulce, dura por momentos, incluso te provoca la lágrima en ocasiones, pero me gustó.
Y por último, un libro que he leído hace un par de días, Gente de las pusztas, del húngaro Gyula Illyés, una especie de biografía de la vida rural en esos territorios del oeste del Danubio en los que se vivía a comienzos del siglo XX una vida cuasi feudal. La obra se lee muy bien, como un documental en el que todos nos vemos en mayor o menor medida retratado, donde una Arcadia perdida, con todo lo que tiene de construcción mental idealizada, se nos presenta con sus aristas y con el aroma de la ropa encontrada en los baúles viejos, protegida por el alcanfor. Una buena recomendación.
P. S. Desde el ciber (me van a poner estatua, como a Altenberg en el Café Central de Viena), me viene a la cabeza algo de folk centroeuropeol Besh-o-Drom o Bobam Markovic o Fanfare Ciocarlia.
domingo, julio 29, 2007
Los cafés de Viena
Ya sé que los cafés de Viena tienen fama mundial, además del café vienés, y por eso hoy os pongo alguna de las fotos que hice de ellos. El American Bar (los muy estúpidos de los camareros no me dejaron hacer una foto del interior) fue diseñado por Adolf Loos, el mejor arquitecto de la Viena del principio de siglo y del que ya os puse esa imagen de su mejor edificio en Michaelerplatz.
El Café Central, de visita obligada y menú de 7.90€ sin bebida (pedid cerveza, lo demás es carísimo) es un café precioso y lujoso con un escaparate de tartas impresionante, periódicos de todos los países importantes es lo mejor de Viena. Allí iba Altenberg, Werfel, Zweig, Freud, Kraus..., todo lo más granado de la intelectualidad vienesa y centroeuropea.
Por último, la última foto que me deja subir blogger, el café Diglas, al que no me dio tiempo a entrar, con pianista incluido, en la calle donde estaba la mejor librería de Viena, que ya pondré en otra ocasión.
Como ya dije un día, un libro reciente, finalista del premio Anagrama de ensayo, Poéticas del Café, de Antoni Martí Monterde, analiza la presencia y la importancia del Café como local en la forma europea de ser, en la conformación de un tipo de intelectual y de manera de interpretar el mundo. El libro es interesante, pero no definitivo, en ocasiones se hace moroso y en otras pasa de puntillas sobre aspectos o escritores que a uno le gustaría que tuvieran más presencia, pero es un buen intento de sistematizar lecturas interesantes que pocas veces habían sido leídas y relacionadas con anterioridad entre sí.
P.S. Desde el ciber, hoy pondría algo de música de jazz, por eso de que en Centroeuropa le tienen mucha querencia (hermosa palabra), sobre todo en Praga. Lo último que me compré, unos dobles de Blue Note que se llaman Evening, Smoking..., variados y baratitos.
Salud.
Etiquetas: Cafés, Viajes por Europa, Viena
sábado, julio 28, 2007
Horario de Bratislava
Si lo que se cuenta en un libro de lo ocurrido en un día es un diario, lo que se cuenta de lo ocurrido durante unas horas será un horario. En Bratislava estuvimos unas horas. Resulta que Viena y Bratislava son las dos capitales europeas más cercanas, unos 60 km, así que podía ser una excursión perfecta. Al principio la ciudad es bastante descorazonadora, tiene un tufillo soviético que tira de espaldas, pero la zona histórica sí que parece recordar a Praga, con sus edificios del XVIII, su cerveza (infinitamente mejor que la austriaca), sus precios y su discurrir tranquilo. Vi tiendas de artesanía preciosas, abundantes estatuas de las que os voy a poner alguna muestra, aunque no las dos primeras no sean mías para no llenar el blog de megas.
Por supuesto está el Danubio, que no es azul pero se le ve con bastante vidilla, más que la que se observa en España, que en las más de ocasiones son vertederos tolerados. Quizá no sea una ciudad para una larga temporada (parecía bastante tranquila), pero estupenda para un fin de semana.
De repente, cayó una tormenta de verano, con un chispazo que oímos a escasos metros, y la luz y olor cambiaron.
Aquí al lado os he puesto a Andy Warhol, que por lo que se ve era originario de Bratislava, y la última foto que os pongo es de Hans Christian Andersen, que no sé qué pintaba allí pero que era graciosa. Tanto en Praga como en Bratislava, es decir, en lo que era la antigua Checoslovaquía, se ve que el surrelismo tenía bastante adeptos, ya que entroncaba con cierta tradición cultural naïf e infantil y es habitual encontrarse con esculturas, juguetes y demás que nos lo recuerden. Aprovecho que estoy en un ciber para subir todo esto, aunque me parece que blogger no me deja más.
P.S. De fondo ayer me compré en BCN un cd de remixes de Kings of Convenience que creo que se llama Versus y que me pareció bien, animado, moderno sin estridencias y amable, para el verano, vamos.
Salud.
Etiquetas: Bratislava, Viajes por Europa
martes, julio 24, 2007
Ya van varias pelis que desarrollan una relación pigmaliónica, desde las clásicas My fair lady o Bola de fuego o incluso Ciudadano Kane, mucho más plurisignificativahasta otras más recientes como Billy Elliot. Es un tema sugerente, el maestro y su alumno que lo supera. La última que he visto con ese tema ha sido Cuatro minutos, que es la peli más taquillera de Alemania. En ese sentido se ha comparado con La vida de los otros, aunque en realidad lo único que tienen en común es la nacionalidad y el éxito. La peli es más que otra vuelta de tuerca sobre temas ya vistos (relaciones paterno-filiales, represiones, redención de un alma torturada por el arte...), aunque también creo que algunos de los subtemas se quedan en meros esbozos.
Las interpretaciones de las dos protagonistas, Monica Bleibtreu en el papel de Traude Krüger, la anciana profesora, y Hannah Herzsprung, la presa, son excelentes, lo mejor de la peli junto con la música y la estemecedora escana final, que, obviamente, no os contaré.
Merece la pena ser vista, aunque hay cosas que chirrían y no acaban de cuadrar, como la verosimilitud o el ritmo, pero es verano y tampoco se puede uno poner muy exigente con el cine.
P.S. De fondo hoy pongo uno de esos recopilatorios de Mo'jazz, que es lo que he puesto antes en el equipo de Alfonso, cuyo ordenata, tortilla, casa y excelente vino californiano acabo de compartir.
Etiquetas: cine, Cuatro minutos
lunes, julio 23, 2007
La mirada de las estatuas
Ya creo haberlo dicho por aquí con anterioridad, una de las cosas que más envidia me dan de salir al extranjero, a algún extranjero, además de la conciencia ecológica, el nivel cultural medio, las librerías, el grado de civilidad (mejor me paro...), son las estatuas que jalonan casi cualquier recorrido. Tienen muy claro que hay personajes que merecen ser recordados unánimemente y tratados con respeto y en Viena, Berlín, Londres, Praga... es habitual encontrarse con bellas estatuas. Hoy, si no me canso antes de darle a los pedales del ordenador, y es que casi voy a pedales, os pongo alguna de Viena.
La de arriba del todo es de Peter Altenberg, uno de esos personajes de la época dorada de la literatura de Café de Viena, de los que vivían allí y a veces iban a dormir, por el día, a algún antro o pensión de mala muerte. Esta estatua preside la entrada a unos de los mejores Cafés vieneses, el Café Central, donde iba toda la intelectualidad vienesa y centroeuropea (Kraus, Zweig, Freud, Werfel, Schnitzler...). De los Cafés con mayúscula y de un libro que los analiza, de Antoni Martí Monterde, Poética del Café, hablaremos otro día, que lo merece. Ah, por cierto, si no había 20 periódicos diferentes para leer allí, varios en lengua no alemana, no había ninguno. ¿Eso quiere decir algo?
Vista la velocidad de subir fotos, cierro con una que también me hizo gracia, una placa que recordaba que allí, en ese hotel, se reunían a menudo Franz Kafka y su amigo Max Brood, su albacea y al que le debemos, a su supuesta traición a la petición de su amigo de que quemara al morir todas sus obras inéditas, debemos, decía, una de las obras puntales de la literatura occidental, la obra de Kafka. La placa está enfrente del Café Hawelka, uno de los más acogedores y cálidos, menos "puesto" que el Central, eso que los británicos denominan "cosy", como ese jersey dado de sí que nos ponemos en casa cuando hace frío.
P. S. Hoy de fondo suena algo elegante que volví a recordar el otro día oyendo a mi amigo Sergio Algora en una de sus sesiones de DJ, Richard Hawley en Cole's Corner, su magnífico último cd con la esplendorosa canción The Ocean. Si no lo tenéis, id a buscarlo ya!
Etiquetas: estatuas, Viajes por Europa, Viena
sábado, julio 21, 2007
Indignación
Tenía otra entrada preparada, pero lo primero es lo primero: aquí tenéis la portada que no se podrá ver de esa revista, por otra parte tan flojica, que es El jueves. Es la primera vez en 30 años que se secuestra una revista por orden judicial, y no ha sido por una información donde se decía que Rubalcaba había puesto una mecha en una bomba el 11-M o por vulnerar un secreto de Estado, qué sé yo, la marca de los calzoncillos de Pachuli, no, ha sido por un chiste referido a S.A.R. Felipe de Borbón y esposa.
Indignado, sí.
Y no digo más. Espero que el juez del Olmo, según se ve no actuaba de motu proprio sino a instancias del fiscal, espero, decía, que no me mande los GEO por poner este post, y que si llaman a la puerta a las 4, es decir, de aquí a nada, sea el lechero, aunque haga 30 años que no bebo leche.
P.S. Aunque suena jazz, en mi cerebro canturreo God save the queen, versión Sex Pistols. Y no es un error, he puesto la portada 2 veces y se la voy a mandar a todos mis contactos. Ya vale.
Etiquetas: Casa Real, censura, mala leche
jueves, julio 19, 2007
Una peli fugaz
Mientras espero el enésimo autobús de mi vida (si me cayeran encima sólo los billetes que he comprado moriría aplastado, seguro) me da tiempo a escribir brevemente sobre la última peli que he visto, ésta, Jindabyne, que es la segunda peli del director de Lantana, Ray Lawrence, que me gustó mucho. Lo he titulado una peli fugaz porque veo en la cartelera de Zaragoza que hoy ya desaparece, y eso que mis adorados cines Renoir (os recomiendo que os saquéis su tarjeta que os permitirá ir a precio de día del espectador de lunes a viernes, http://www.cinesrenoir.com/ y así apoyamos las iniciativas que merecen la pena.)
Pero a lo que vamos. Jindabyne está basada en un cuento de ese estupendo escritor que fue Raymond Carver, un relato titulado Demasiada agua tan cerca de casa y tiene la mayoría de los elementos del universo de Carver, aunque traspasado al espléndido paisaje australiano: ese extrañamiento en los personajes, esa desubicación, esos silencios absolutamente elocuentes, esa incomodidad... Es una peli de atmósfera, como le ocurre a los cuentos de Carver, donde lo que se sobreentiende es más fuerte que lo explicitado. Protagonizada por un espléndido Gabriel Byrne (¡cómo me gustó en Muerte entre las flores!) y por una actriz desconocida para mí, aunque por lo que se con amplia experiencia, pero también con una gran intensidad interior, si se puede decir así, Laura Linney, tiene cosas que a los que les gustó Lantana les parecerá también familiar, aunque de ritmo más moroso, más de meandros de río como el que sale en la peli.
Yo os la recomiendo, aunque sale uno del cine con una cierta tristeza y desasosiego. A ver si veo alguna comedia redonda y os la puedo rerecomendar.
P. S. La banda sonora es de Paul Kelly, australiano del que os aconsejo todo, especialmente Comedy o Wanted Man.
P. S. Esto está escrito hace 2 días, así que se lee antes de lo del secuestro de El jueves.
Etiquetas: cine, Jindabyne, Raymond Carver
lunes, julio 16, 2007
... pero es nuestro hijo de puta
La frase la he oído atribuida a varios personajes, aunque a quien más se la he oído es a Nixon cuando hablaba de Somoza, el sanguinario dictador (ya sé que es redundante) nicaragüense: "Ya sabemos que es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Esta sensación es la que a veces te da la vuelta a España, aquí tenemos muchos defectos en muchos aspectos (medioambientales, convivencia, culturales...) pero hay que reconocer que hay cosas que merecen la pena.
Esto me vino el sábado, cuando después de ir al mercado a por pescado y vegetales varios, me fui a echar un vermutillo. El sitio de siempre, del que ya he hablado aquí en más de una ocasión, el celler Gras, estaba cerrado, así que me metí en otro garito también conocido en Tarragona, el Coimbra, y allí, entre cabezas de gambas, guitarras, motos colgadas y una decoración abigarrada, me tomé una cerveza bien fría, con el vaso helado (placer de dioses) y unos boquerones en aceite. Evidentemente, nada que ver con la racionalidad y la majestuosidad vienesas, es otra historia, pero reconozco que si viviera en le extranjero habría cosas que echaría de menos, y no sólo las gastronómicas. También la relación que establecemos con la gente, esa cierta calidez, incluso esa dejadez que cuando pasa a ser descuido me irrita tanto, pero ese "vive y deja vivir", cuando está teñido de responsabilidad, me parece muy bien.
Aquí no hay apenas rasgos de ciudades imperiales como cuando vas a París, Londres, Berlín, Viena, por contra tenemos a veces elementos medievales en nuestras ciudades, o zonas que están casi como hace tres siglos. Edificios como éste magnífico de Adolf Loos en la Michaelerplatz habrían sido derribados para construir un bloque de apartamentos, no respetamos muchas cosas de los demás, pero cuando pasas unos días por ahí reconoces que hay cosas que echas de menos, sólo lo bueno, pero lo notas. Os pongo aquí al lado una foto de Karl Kraus, el escritor austríaco que fue mi lectura de cabecera en estos días en Viena y prometo que pondré fotos mías en cuanto llegue a Zaragoza, o sea, si puedo hoy, que el ordenador se ha colgado y no me venden billetes... Cosas de España.
P.S. no me da tiempo a poner música.
Etiquetas: vida cotidiana., Viena
jueves, julio 12, 2007
La vuelta a casa, a alguna casa
Pues sí, de nuevo en alguna casa, que decía el Calamaro de Honestidad Brutal, si no recuerdo mal. Nada más llegar ayer de Viena estuve a punto de poner una entrada para tener las cosas frescas, pero como dice aquél, cuando viaja uno en medios de transporte raudos, primero llega uno y luego su alma, así que lo dejé para hoy.
Todavía no he puesto las fotos en el ordenador, así que tardaré unos días en subir algunas. He hecho algunas de mis series favoritas: estatuas en la calle, farolas, cafés, gárgolas... No he querido hacer ninguna de cuadros porque realmente en la red se encuentran bien las imágenes, además de que esté prohibido hacerlas con flash y entonces quedan flojas.
¿Impresiones? Un poco de todo. Como dice mi amigo Jose Ramón Díez Espinosa, son raritos los austríacos, me ha costado un montón encontrar libros de mis favoritos (Roth, Zweig, Kraus, Schnitzler...) y nada en inglés, excepto una guía artística de Viena, los cafés son estupendos (los locales, me refiero, la bebida que ponen como café no tanto), en los museos, carísimos, puedes pasar buenos ratos sobre todo a mí que me encanta el expresionismo y obras como la de Egon Schiele que ilustran este post. No tiene ni de lejos la vitalidad de Berlín ni el encanto de Praga (ni los turistas, todo hay que decirlo, ni la cerveza) y es un sitio tranquilo y amablemente civilizado, aunque con un aire un poco demodé, finisecular. Ya iré poniendo cosas del diario de viaje que fui escribiendo. Estábamos al lado del Prater y la mayor parte de los desplazamientos que hacíamos eran en tranvía, que es una excelente manera de ver una ciudad, sobre todo si pasan por la parte más antigua. Seguiremos informando.
P.S. La música mental que me acompañó durante todo el viaje fue Trans Europe Express, de Kraftwerk, que será lo que oiga al llegar a casa. Me parece una música adecuada para las visitas a los lugares con historia de Europa, los sitios donde han ocurrido las cosas que han conformado una cierta forma de ser. Su toque de frialdad supuesta, su perfección formal y melódica, su última canción que se queda con un vocoder repitiendo en un bucle "Europe endless" son excelentes para que no todo sea Strauss y familia (su estatua dorada en el parque de Staad es lo más kistch del viaje). Auf Wiedersehen!
Etiquetas: Kraftwerk, Viajes por España, Viena
martes, julio 03, 2007
La mejor serie (actual) de televisión
He puesto (actual) porque, probablemente, la serie que más me ha convencido por planteamiento, guión, personajes, escenario natural, etcétera, sea la malograda Doctor en Alaska, que tan bien ocultaba TVE en su parrilla. Para mí, la mejor serie que se puede ver en televisión, en todas las televisiones, no es House ni Anatomia de Grey ni A dos metros bajo tierra ni Mujeres desesperadas, siendo éstas series atractivas. Lo mejor que se puede ver en series en televisión es en la Cuatro, pero es esta serie, delirio de noctámbulos, que se llama Enredo (Soap).
La serie tiene, nada más y nada menos, casi treinta años, y me diréis que como es que una serie así sigue de actualidad y no lo sabría responder, sólo sé que el sábado, a las 3.00 de la mañana, estuve a punto de caerme del sofá de una carcajada.
La serie es la historia de dos familias de hermanas, los Tate, con pasta y criado (un inconmensurable Benson) y los Campbell, más modestos. Pero claro, en la serie hay un gay, un mafioso, un coronel que sigue viviendo en la 2ª Guerra Mundial, un ventrílocuo que está poseído por su muñeco, un criado que pasa de todo, un adolescente poseído por una secta, una mujer que se enamoró del detective que buscaba a su marido amnésico desaparecido, una hija que ha tenido un niño con ex-cura cuando no se conocían y que resulta estar poseído, un marido al que han abducido los marcianos y al que han repuesto por un replicante que llevaba 2000 años sin mojar, en fin, creo que me dejo algo.
La serie es delirante, descacharrante, aunque a veces hay elementos dramáticos, pero su sentido del humor surrealista no ha pasado de moda. Lo único malo es que es a las 3 y pico de la mañana del viernes y sábado, pero los noctámbulos nos lo podemos permitir.
P.S. Estoy en el ciber y sólo suena el murmullo del bendito aire acondicionado, pero cuando llegue a casa sonará Robyn Hitchcock, Spoken, lo último que me compré de él. Ah, y ahora unos días de vacas por Viena. Nos vemos.
Etiquetas: Enredo, televisión