... pero es nuestro hijo de puta
La frase la he oído atribuida a varios personajes, aunque a quien más se la he oído es a Nixon cuando hablaba de Somoza, el sanguinario dictador (ya sé que es redundante) nicaragüense: "Ya sabemos que es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Esta sensación es la que a veces te da la vuelta a España, aquí tenemos muchos defectos en muchos aspectos (medioambientales, convivencia, culturales...) pero hay que reconocer que hay cosas que merecen la pena.
Esto me vino el sábado, cuando después de ir al mercado a por pescado y vegetales varios, me fui a echar un vermutillo. El sitio de siempre, del que ya he hablado aquí en más de una ocasión, el celler Gras, estaba cerrado, así que me metí en otro garito también conocido en Tarragona, el Coimbra, y allí, entre cabezas de gambas, guitarras, motos colgadas y una decoración abigarrada, me tomé una cerveza bien fría, con el vaso helado (placer de dioses) y unos boquerones en aceite. Evidentemente, nada que ver con la racionalidad y la majestuosidad vienesas, es otra historia, pero reconozco que si viviera en le extranjero habría cosas que echaría de menos, y no sólo las gastronómicas. También la relación que establecemos con la gente, esa cierta calidez, incluso esa dejadez que cuando pasa a ser descuido me irrita tanto, pero ese "vive y deja vivir", cuando está teñido de responsabilidad, me parece muy bien.
Aquí no hay apenas rasgos de ciudades imperiales como cuando vas a París, Londres, Berlín, Viena, por contra tenemos a veces elementos medievales en nuestras ciudades, o zonas que están casi como hace tres siglos. Edificios como éste magnífico de Adolf Loos en la Michaelerplatz habrían sido derribados para construir un bloque de apartamentos, no respetamos muchas cosas de los demás, pero cuando pasas unos días por ahí reconoces que hay cosas que echas de menos, sólo lo bueno, pero lo notas. Os pongo aquí al lado una foto de Karl Kraus, el escritor austríaco que fue mi lectura de cabecera en estos días en Viena y prometo que pondré fotos mías en cuanto llegue a Zaragoza, o sea, si puedo hoy, que el ordenador se ha colgado y no me venden billetes... Cosas de España.
P.S. no me da tiempo a poner música.
Etiquetas: vida cotidiana., Viena
3 Comments:
Pues hombre, sí pero con reservas. La calidez, alegría y desenfado, todo ello muy entrecomillado que existe en España (¿todavía se puede decir España sin que te califiquen inmediatamente de facha?), no se percibe tan claramente en otras zonas más civilizadas (esta vez sin comillas). Pero lo que aquí se llama calidez muchas veces es intromisión, la alegría despiporre y el desenfado irresponsabilidad. Así que a pesar de haber nacido aquí y sentirme española, hay cosas, demasiadas, que me son ajenas. Y no sé si me compensan las cabezas de gambas a cambio de casi perder la mía en el intento de pedirlas, como consecuencia del griterío, humo, codazos y aborregamiento (no sólo físico) que aquí algunos llaman "ambientillo".
Bueno, pero alguans cosas se echan de menos, esa "alegría de vivir" se agradece en ocasiones.
Gracias por el comentario.
Hoy en día probablemente pase desapercibido para quien no lo conozca, pero ¿os imagináis lo que debía parecer cuando se construyó? ¿Cuándo por la calle aún iban las mujeres con sus vestidos y corsés acompañadas de las damas? ¿y lo hombres con sus trajes y sombrero? Sin duda Loos fue un visionario, el primero traer la arquitectura moderna de Estados Unidos a Europa, aunque a un alto precio, la crítica desmesurada contra su arquitectura.
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