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sábado, septiembre 29, 2007



La memoria del olor











Una de las sensaciones, en el sentido estricto de la palabra de lo que sentimos por los sentidos, es el olfato, las sensaciones olfativas, posiblemente el sentido más atávico, el que más nos vincula con la naturaleza y nuestros ancestros. Todos tenemos una memoria olfativa, desde que en los primeros días de nuestra vida aprendimos a distinguir el olor del pecho nutricio de nuestra madre, todos poseemos un código (eso de lo que habla tantas veces Ferran Adrià) de olores desde nuestros primeros días, y no sólo comida, también la lluvia en la tierra (y ese olor amarillo de cuando mi madre quitaba las persianas de madera y las lavaba en la ducha), la hierba cortada, la piel amada, el patio de casa, un buen vino recién descorchado, las hierbas aromáticas como la menta, lavanda, canela, azafrán, uno de mis olores codificados en mi memoria, el libro recién comprado y editado, el pan horneándose lentamente en una de esas pocas panaderías en la que la masa aún reposa toda la noche... La lista sería eterna y ya ensayó algo Delerm es ese libro lleno de sensaciones que tanto os recomendé, El primer trago de cerveza.


Hace poco leí en uno de esos artículos estupendos de Vicente Verdú que están preñados de ideas y de tendencias que las poderosas multinacionales del automóvil estaban ensayando ya con diversos tipos de olor para sus coches para que así el consumidor se identificara más con la brand, la marca y sus valores. Y esta semana en La vanguardia también recorté algo sobre eso, sobre cómo Zara y otras tiendas ya tenían un olor característico y diferenciador de otras cadenas.


Así que, los que tenemos la suerte de tener buen olfato (ventajas de no fumar) ya sabemos que nos vamos a encontrar cada vez más con olores que nos identifiquen, que nos retrotraigan a otros tiempos, que nos vendan recuerdos inventados: hoteles, perfumes, ropa... Pero los nuestros no nos los van a quitar. Así que, ahora que empieza el otoño, con sus hojas secas, sus setas escondidas, su humo suavemente suspendido en una mañana neblinosa, el mar embravecido, las tormentas, pronto las castañeras... a disfrutar.
P.S. Difícil me lo pongo para poner alguna canción de olor. Está el "Olor a carne quemada" de Gabinete Caligari, pero no es apropiado, o el "Smells like ten spirits" de Nirvana, pero tampoco, así queme quedaré hoy con el single de Marlango, "Hold me tigh", cuyo vídeo es sugerente y adecuado para alguna de las cosas de las que hablo, su web, http://www.marlango.net/. Que vaya lindo.

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martes, septiembre 25, 2007






La mirada ensimismada










O íntima, o extática, o solipsista. El caso es que este domingo, venciendo la molicie propia de un día en que desayunas cerveza como quien dice, fui a ver la última peli de José Luis Guerín (tengo dudas sobre si él le pone el acento), En la ciudad de Sylvia. Para no llamaros a engaño os copio la sinopsis que dan en los Renoir, no sé si me cabrá: "Un chico en una ciudad, mira a una chica. Después mira a otra". Y eso es todo. Para los que piensen que el cine es narración, evidentemente no es la peli ideal, si pensáis en una peli de Tarantino, esto es como todo lo contrario, pero a mí me gustó y me parece que hay que apoyar cine diferente a lo de siempre.


A mí me pareció una reflexión sobre el eterno femenino del que hablaba La Mode, del misterio. No es que el diálogo quepa en un folio, es que cabe en el filo del folio, pero con las miradas, con los dibujos que hace el protagonista, dice mucho más que otras miles de pelis.


Tiene un ritmo fluvial, de meandros de río, como si ese tranvía que puntúa la única conversación de la peli se inmiscuyera en los fotogramas. Y tiene elementos de otras pelis de Guerín que me gustaron, como Tren de sombras: las imágenes nocturnas de las habitaciones con los faros de los coches iluminando las paredes; o el tratamiento del sonido, casi documental como en En construcción. De hecho me parece que Guerín es de los autores que más cuidan ese elemento, el sonido directo, que le da una atmósfera peculiar a su cine. La banda sonora, que según algunas fuentes era del grupo Migala (buenísimo uno de sus cds, Así duele un verano, aunque desolador...), también es un acierto. Yo os la recomiendo, aunque hay que saber a lo que se va.

Os pongo esta imagen de Brassai que no es un tranvía pero me lo recuerda y también tiene un eco de uno de los mejores planos de la peli.
P.S. Como música de hoy, lo dicho, ese inmejorable LP de debut que fue El eterno femenino de La Mode, ya inencontrable incluso en su edición en cd junto con sus demás canciones del segundo LP, que no le llegaban ni a la suela de los zapatos. Especialmente recomendada la canción que le da título, El eterno femenino.

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lunes, septiembre 24, 2007





La atracción del mal













Algo tiene el mal que no nos es indiferente, el Mal con mayúsculas, algo pérfido que hace que miremos una mala acción con un cierto morbo, con una cierta "complacencia". Una frase muy cruel dice que nadie es completamente infeliz ante la desgracia de un amigo. Sin llegar a ese extremo, hoy os quería hablar del último libro que he leído, Hasta el último momento, las memorias de la secretaria de Hitler, Trauld Junge, esa apacible señora que encabeza esta entrada.
Llegué a este libro por dos vías, la película El hundimiento, que se supone que pone en imágenes esa narración, y un documental que presentó en Tarragona mi amigo José Ramón Díez Espinosa, titulado La secretaria de Hitler, donde la antedicha señora explica más o menos lo mismo que en las memorias pero en un formato más árido.
De la peli El hundimiento no quiero hablar ahora, aunque entiendo las reservas que ponía Díez Espinosa cuando le pregunté en su excelente presentación. La verdad es que históricamente hablando no es que sea lo mejor que se puede ver, es una recreación bastante pálida e incluso algo exhibicionista (no sé si llega a ser autocomplaciente), aunque hay que reconocer que Bruno Ganz borda su difícil papel de un Hitler "humano".
Me interesan las memorias de Trauld Junge, qué cuenta alguien que estuvo más de dos años al lado del "monstruo" y la verdad es que es llamativo. Parece que nadie sabía nada de lo que ocurría, que el aura de Hitler todo lo absorbía a su alrededor, que el mal se disolvía y sólo se veía algún rasgo de megalomanía y poco más.
No me resisto a copiar unas palabras que dice una invitada a una cena con Hitler: "Mi Führer, hace poco vi en Amsterdam un tren de judíos deportados. Es terrible el aspecto que tiene esa pobre gente, seguro que los tratan muy mal. ¿Lo sabe usted?, ¿lo permite usted?" [hasta aquí la cita]. Junge añade: "Se produjo un silencio penoso. Hitler se levantó, se despidió y se retiró". Eso es casi lo único que se dice sobre los judíos en dos años en presencia de Hitler.
No es de extrañar que Junge sufriera luego depresiones severas, que intentara olvidar que sintió hacia Hitler un cariño casi paternal, que ella estaba allí al lado del monstruo, del Mal, y el afecto está vedado en esos casos.
Lo que más asusta a veces de un monstruo es que se parezca en algo a nosotros, necesitamos distancia, barreras, diferencia.
P.S. Raudo y veloz, música para este post: vosotros mismos, Marlene Dietrich, Ute Lemper, Lotte Lenya...

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martes, septiembre 18, 2007





Caro Diario








En medio de una semana que promete, y no sólo en lo climatológico (ayer mi quiosquera habitual, fuente fiable donde las haya, me decía que había sido el peor día de calor y humedad de todo el verano), con bancos británicos con largas filas de clientes sacando dinero, gente que paga su hipoteca y su banco central estatal que "inyecta" (curioso eufemismo) dinero a los bancos hipotecados (así que se paga dos veces la hipoteca, por vía recta y por vía "posterior"); alumnos a los que saber escribir bien su apellido les importa un huevo y el escroto de otro; mi arrendataria en Tarragona que se ve que con una subida del IPC del alquiler al año no tiene bastante (pobrecita, tiene tres pisos en la misma finca en Tarragona, vendió unos terrenos a Port Aventura hace unos años y le dieron sólo unos cientos de millones, yo lo entiendo) y ayer me lo pretendió subir... Con todo esto y mucho más que, como el Lazarillo, me callaré, lo mejor es recomendar una buena peli. Y como el otro día nombré a Nanni Moretti, aquí va.



Caro Diario es una peli del año 1993, aunque aquí llegó algo más tarde. Yo recuerdo que fui a verla en diciembre de 1994, cuando hacía mis pinitos como profe sustituto de instituto en Vilanova i la Geltrú. ¡Conocía tan poco Barcelona que no sabía dónde estaba la Rambla de Catalunya y los cines Alexandra! La peli es una delicia del principio a fin, aunque las tres historias que narra son de tenor muy diferente.



La primera, "En vespa", es mi favorita. Siendo que toda la peli es en primera persona y forma de diario, aquí además contiene una serie de paseos por Roma comentados por el propio Moretti, visitas a casas que le gustan, barrios, rincones... La peli desprende una "joie de vivre", con el autor bailando música variada (rai, por ejemplo) sobre su vespa, que es una excelente manera, casi como una bici pero más descansada y contaminante, de ver una ciudad.


De las otras dos historias, la más divertida y lírica es la segunda, creo recordar que se llama "Islas", y es un viaje por las islas italianas en busca de la tranquilidad que se ve frustrada una y mil veces por los tipos humanos que se encuentran y el compañero de viaje que lleva Moretti. Lo mejor, un plano de Moretti tirando la pelota de fútbol a lo alto con el Vesubio al lado y un barco que surca majestuoso el mar. La tercera historia es un canto a la vida sencilla y relajada.


Si no la tuviera ya comprada, iría ahora mismo.


P.S. La B.S.O. está también muy bien, como aquí al lado cuando canta la canción de Juan Guerra "Buscando visa para un sueño", pero no la tengo. Si algún lector quiere darme una copia de seguridad de ella estaría bien...


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domingo, septiembre 16, 2007

Atrapa al bajito




Las traducciones de títulos de películas o de libros merecen darles de comer a parte. Hoy os quiero comentar, aunque sea brevemente, la novela que acabé ayer, ésta, Get shorty, de Elmore Leonard, que se tradujo en su versión cinematográfica en España con el feo título de Cómo conquistar Hollywood.


Contravieniendo la regla más elemental, primero vi la peli, estupenda y entretenidísima, en uno de esos dos años que me pegué en esa estupenda ciudad de la Cataluña central que es Manresa, llena de actividades culturales, excelente climatología, bares abundantes y muy marchosos y apertura mental (espero que se note la ironía). Tenía los únicos cines que había a 20 metros de mi casa, y en un año, cinéfilo como soy, creo que vi tres pelis, y una de ellas fue Torrente, rodeado de skins que no vieron en el casposo Santiago Segura un antihéroe sino un modelo a seguir. En fin.


Pero entremos en harina. La novela es divertidísima, llena de ritmo, con unos diálogos que te llevan en volandas por las más de 400 páginas. Alguna vez he pensado que el buen oído que tienen muchos novelistas y guionistas norteamericanos para reproducir el lenguaje de la calle, tiene que ver con su gusto por la oralidad, por la ausencia casi total de tradición cultural libresca, pero eso es otra historia. Tanto la novela como la peli tienen elementos de esos que en la teoría de la literatura se llama metaficción, pues desde dentro de ellas se cuenta cómo se va haciendo una peli, el guión, los personajes, aspecto éste más marcado todavía en la peli.
La peli es entretenidísima, con un Travolta (que nunca me ha gustado demasiado) perfecto en su papel, Danni De Vito, Gene Hackman y la bellísima y estupenda actriz René Russo. La dirección es de Barry Sonnenfeld, lo que le da ya un marchamo de profesionalidad. Además, la peli tiene una BSO insuperable, con unos US3 en su mejor época. Así que, atrapa al bajito!
P. S. Indudablemente, la música del post es US3, su primer álbum, Hand of the torch y su versión de Cantaloop, todo un hit para una época, los 90.

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viernes, septiembre 14, 2007



Breve teoría de los últimos pisos






Hace una noche bochornosa, de esas con las que nos castigan las noches veraniegas en la costa mediterránea y, tras un buen paseo de más de una hora por la Part Alta de Tarragona y su correspondiente sudada, he decidido meterme en el ciber a refrescarme antes de darme la tercera ducha del día.

He estado haciendo una de esas cosas insignificantes que a uno le gusta hacer de vez en cuando, ejercer de flâneur, ese paseante en la multitud que se inventó Poe en uno de sus cuentos más enigmáticos y que luego comentó Baudelaire y más tarde Walter Benjamin, concepto éste del que alguna vez he hablado por aquí.

Pues eso, paseando mientras miras casas ajenas y te imaginas cómo se vive allí, si podría ser uno feliz en ese lugar, qué se verá a diario desde sus ventanas. Creo que ya he dicho que una de las escenas más entrañables y que más cercanía me produjo en la excelente peli que es Querido diario, de Nanni Moretti, es cuando van a ver casas de Roma con la excusa de buscar exteriores para una película de un pastelero trostkista. Me pareció genial.

En general, hac años que tengo observado que los pisos altos emanan más alegría, son los que tienen la luz encendida más tarde, los que rezuman simpatía y cariño por sus ventanas tibiamente iluminadas. Ya cuando consigo entrever las estanterías de libros y noto que allí hay alguien leyendo, mirando al horizonte, el mar, la montaña, los tejados de las casas, las terrazas y terrados, entonces ya la sana envidia me desborda. Sé que son pisos más fríos en invierno y calurosos en verano, pero no me importa.
Y si además veo vigas de madera sustentando el techo, y éste tiene forma de bovedillas... Precioso.
P.S. Al llegar a casa sonará algo de jazz, probablemente Hank Mobley, que compré hace poco en BCN, en esa estupenda y selecta, aunque barata, tienda que es Jazz Messengers, en Rambla Catalunya.
Que duerman ustedes bien.

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jueves, septiembre 13, 2007



BA-LON-CES-TO




En medio de tantas polémicas con la selección de fútbol y su patético, chusquero e impresentable entrenador, vuelvo a dar fe de mi predilección por el baloncesto. No es la fe de un converso, recuerdo hace años, en los JJ.OO. de Los Ángeles, (sí, Alfonso, hace ya 23 años...) que estaba leyendo en la cama hasta las tres o más y me levantaba a ver a los Corbalán, Epi, Jiménez, Iturriaga, Romay y demás. Y poco dado que soy a los fervores patrios de ningún color, disfruté con todos los partidos, independientemente de quién jugara. Ahí se destapó un tal Michael Jordan que daba gloria verlo jugar.

Ahora el baloncesto está medianamente de moda, todo lo de moda que puede estar un deporte que se transmite de forma casi clandestina, del que no hay información en los medios más que en momentos puntuales, frente a la omnipresencia del fútbol, que todo lo impregna, empapa, diluye.

El baloncesto es de los pocos deportes que he practicado y por el que he sentido una tibia pasión. Será porque en la piscina a la que iba, alguna vez jugué con un tal Paco Zapata, que fue pivot del CAI y después del Barcelona y de la selección, o porque a mi instituto iba otro jugador del CAI (gran equipo que se pasea desde hace años por el limbo de la LEB) que también llegó a la selección, Capablo, o porque durante varios años el CAI junior ganó las competiciones. O porque el baloncesto es dinámico, entretenido, atlético, eléctrico a veces, y esta selección de ahora da gusto verla, con un Gasol que tiene una gran cabeza muy bien amueblada, un equipo que emana buen rollo, un entrenador nada pagado de sí mismo y que dio una lección que todavía emociona en la final de Japón. No sé por qué será, But I Like It!

P.S. Suena de fondo Jimmy Smith, que recuerda a esos teclistas de los partidos de la NBA, su Roots of acid jazz. Talkin´Verve, buenísimo también, como esta selección.

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lunes, septiembre 10, 2007



Cebada, lúpulo, malta... (1)




Como se habrá podido observar con anterioridad, estas prosas pertenecen a alguien a quien le gustan los placeres de la buena mesa, bebida, conversación, lecturas, música... Bueno, todos, pa que vamos a mentir. Y todavía no había dedicado unas palabras a uno de mis placeres cotidianos más asequibles, la cerveza, aunque creo que sí que recomendé ese excelente libro que es El primer trago de cerveza, de Philippe Delerm. Otro día de sequía bloggera ya hablaré de las cervezas extranjeras, en botella o en surtidor. Si voy a mi nevera tengo, creo, 7 marcas de cerveza diferentes, ninguna nacional, pero eso, digo, será otra historia. Hoy lo dedicamos a las cervezas españolas, en surtidor, las cañas.

Soy buen bebedor de cervezas en los bares, me parece que por uno o dos euros, una buena cerveza bien tirada, si además está acompañada con algo de comer (ah, esa maravillosa costumbre de poner algo con la caña. Me encanta la sorpresa de esa tapita!) es una excelente manera de pasar unos minutos.

No quiero establecer una clasificación de cervezas de barril, pero reconozco mi debilidad por la Mahou Cinco Estrellas que ponen en Madrid en muchos bares. Creo que es donde mejor tiran las cervezas de aperitivo o de media tarde, las de por la noche son igual de malas en todos los sitios. Esa espumita densa, que añaden los buenos camareros al final, ya con todo el líquido servido, su poquísimo gas (es uno de los secretos de que no hinchen y que quiten la sed), su vaso de caña, popular, algo grueso y basto tal vez.

Por supuesto hay muchas más, la Ambar que tenemos en Aragón (excelente la Export como cerveza de noche), la Estrella Damm en Cataluña (el paréntesis de antes sirve para la Voll-Damm), la Estrella de Galicia, alguna Amstel (el sábado, que estaba en Madrid con mis padres, tomamos unas buenísimas en la zona de S. Antonio de la Florida, con unas croquetas de tapa inolvidables). Apoyado en una barra, el pie en la barra de latón del suelo, unas risas, cariño, complicidad, un platillo con algo encima, ¿qué más se puede pedir?

P.S. Sigo con el estupendísimo Richard Hawley, su Lady's Bridge, ahora ya comprado, y cada día me gusta más. Y seguro que en su Shefield se ha tomado varios miles de pintas y me entenderá...

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martes, septiembre 04, 2007



Autorretrato borroso






En esto de los blogs, hay un aspecto que me hace gracia, y es el anonimato. Para paliarlo en parte o para aumentarlo, aquí os dejo esta foto mía de mí mismo que hice este verano en Viena, en una de las casas bizarras del arquitecto Hundertwasser y unas notas que puse en el blog de conde-duque (http://conde-duque.blogspot.com/) que he ampliado.


1. A los 18 años me dejé barba y desde entonces no me la he quitado más que en algunas semanas de los veranos, como ahora. Escribí un cuento donde mi barba se iba de mi cara y se me reía.

2. Llevo desde la EGB sin beber leche, o sea, casi 30 años. Ahí no se incluye la leche merengada, los quemadillos y derivados lácteos.

3. Mi madre pensaba de pequeño que me iba a morir de hambre porque lo vomitaba todo, hasta que me dio chorizo de pamplona y aquí sigo. Me encanta el cerdo y sus amigos, incluyendo los vegetales.

4. El jazz no me gustaba, hasta que empecé a leer a Cortázar. Hoy tengo cientos de cds y me sigue gustando Cortázar.

5. El día que se inventaron las arañas, en vez de dios había un becario al mando.

6. Cuando era adolescente (es decir, el que adolece) me pegué varias horas en El corte inglés para que me firmara autógrafos Pino D'Angio, el de "Qué idea", oí la canción 456 veces y encima no conseguí nada de la chica a la que le di el autógrafo.

7. Durante el curso no tengo tele desde hace 10 años, pero sin radio, especialmente Radio 3, no sabría qué hacer.

8. De pequeño me gustaba presumir de heridas en las rodillas y si alguien tenía más que yo, especialmente un tal Arróniz, me sabía mal.

9. Los libros de Los cinco de Enid Blyton, junto con los TBO, Mortadelos, unos clásicos ilustrados de Bruguera y demás, fueron mis lecturas favoritas durante años.

10. Odio la estupidez, la chulería, el calor sofocante, el color rosa y alguna cosa más.

P.S. Como música, el disco que más veces he oído en mi vida ha sido The Man Machine, de Kraftwerk, que me puse a diario durante meses y meses.

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