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viernes, diciembre 29, 2006


Japón

Acabo de leer Tokio Blues, que es como tradujeron aquí la novela exitosa de Haruki Murakami porque se ve que el original Norwegian Wood, canción de los Beatles en la que John Lennon se refería a un antiguo amor, no era un título tan comercial. La novela es magnífica, pertenece a ese género que tanto me gusta a mí que es la "bildungsroman", novela de aprendizaje, (espero haberlo escrito bien), donde un adolescente se va abriendo a la vida. Ya hablaremos otro día de eso, hoy quiero hablar de la fascinación por Japón. En los primeros 80 recuerdo que oí hablar de Yukio Mishima y vi un biopic sobre él, personaje fascinante pese a su fascismo (por cierto, la BSO era de Philip Glass, muy buena), La Mode también lo nombraba. Leí varias cosas de Mishima, sobre todo recuerdo El marino que perdió la gracia del mar, en una bonita edición de Bruguera, y Confesiones de una máscara. Después Kabawata y alguno más, Oé más tarde. Pero a partir de los 90, Japón ha sido un boom: su espiritualidad, su fascinación por la tecnología a la par que su mentalidad cuasifeudal, el minimalismo, taichí, rei-khú, sushi, sashimi, tempura, kill-bill, manga, hentai, lost in translation, y de paso todo lo oriental, Kim-Ki Du, Wong Kar Wai, la lista se puede hacer enorme.
Hoy no os recomiendo la música que está sonando, que es la que nombraba en "El horror, el horror", tengo poca música japonesa, ya os hablé de unos británicos llamados Japan. No tengo nada de la Yellow Magic Orchestra, que me gustaban, y sí alguna canción de Ruichy Sakamoto, pero hay un grupo pop japonés que me hacen gracia, Pizzicato Five, muy bailongos.
Sayonara!

lunes, diciembre 25, 2006


Los puntos de lectura más bonitos del mundo

Ya sé que es navidad, y alguno esperará algún comentario al respecto, pero ya se sabe, a enemigo que huye, puente de plata. Y ahora en casa, con un estupendo cd de Tahiti 80 sonando (uno de mis grupos de pop favoritos, hoy suena el "Extra pieces of sunshine", versiones y caras b), la calefacción y un té Gràcia blend en la taza, ya ni me acuerdo del día que es.
De lo que os quería hablar hoy es de otra de mis manías de bibliófilo, los puntos de lectura o marcadores. No puedo decir que me coleccione, aunque cuando compro en alguna librería nueva y tienen propios, he cogido siempre, me sirven como recuerdo. Por supuesto, tengo de esos que se regalan y que nunca sé cuándo usar, tan lujosos. Siempre elijo uno que me parezca adecuado al libro que empiezo, por el tema, ciudad en el que fue comprado, lo que sea, y a veces me cuesta elegir entre varios cientos (si a eso se le une mi costumbre de empezar un libro nada más acabar otro, os podéis imaginarme, por ejemplo a las 3 de la mañana rebuscando a ver qué le pega al nuevo libro).
Pero los marcapáginas más bonitos del mundo los vi en Praga, en el Callejón del Oro donde vivió Kafka. Son dos figuritas de metal unidas por un simple hilo de color (la belleza de nuevo de lo sencillo), pero las dos figuras tienen relación: un sol y una luna, un gato y un carrete, un golem y una estrella de David... Había unos cuantos modelos y me fastidió no poder comprarlos todos. Son absolutamente preciosos. El que marca el libro del que más estoy leyendo hoy, Nuevo elogio de la locura, del muy recomendable siempre Alberto Manguel, tiene unas gafas redondas como las de la "Madre" de la foto de Rodchenko que os pongo, con sus cristales y todo, y un libro abierto con letras y dibujos, alguno como un cuadrado inscrito en la circunferencia, ¿la cuadratura del círculo tal vez?
El enlace es http://www.kolos-alchemist.cz, aunque a mí no me ha funcionado.

martes, diciembre 19, 2006


Aquí un amigo

Esto, además de ser el título de la última peli del gran Billy Wilder, tal vez mi director favorito, sale a colación porque os quiero presentar a un amigo. Sí, tengo un amigo pintor (nadie es perfecto. Es broma!), que me encanta lo que pinta y su estilo. Lo sigo desde hace años, desde que en la biblioteca de la facultad, entre Amadises y ecdótica, le veía dibujar a boli. Me gusta su color, su sutileza, su humor, su estética. Ha ganado un montón de premios de ilustración, conoce a todos lo que hay que conocer y no hay manera. Yo tengo varios cuadros suyos colgados en casa y todo el mundo se queda pasmado al verlos. Se llama David Vela (visitad su web, http://www.davidvela.tk y me lo agradeceréis). Siempre que veo a Tim Burton me acuerdo de él, pero David ya pintaba así en Zaragoza hace 20 años. Espero que os guste.
De fondo oigo una recopilación de los 80 en versíón maxi, ahora Pig Bag, "Papa's got a new brand pig bag", una de las canciones más bestias de los 80.
Salud.

lunes, diciembre 18, 2006


K.


Hoy me apetece hablar de Praga y de Kafka. La reciente visita de otro blogger (o bitacorero, cuya página recomiendo, http://conde-duque.blogspot.com desde ya) me ha hecho que la idea me rondara la cabeza hace días. Además quería subir una de las fotos que hice para ver cómo quedaba, y excepto la espera y que es más de un mega queda bien.
No hay nada nuevo que decir sobre Praga y Kafka (por cierto, ¿alguien puede conseguir el dvd de la peli Kafka, de Soderberg? En todos los sitios se da como agotada), cuya presencia es ya un icono más de la cultura globalizada, como le pasa al pobre Pessoa, otro gran tímido de la literatura. Hay algo obsceno en esa explotación, pero si eso crea un lector, bienvenido sea.
La foto que subo está hecha desde el Museo Kafka, que tiene la exposición permanente que le dedicó el CCCB hace años en su excelente ciclo "La ciutat i els seus escriptors" (¿para cuándo las demás prometidas?) y que es excelente en su ambientación, clima, documentación y sensaciones, de la que a uno le gusta visitar.
Todo esto viene a colación porque me estoy leyendo el libro que me llevé a Praga para orientarme y que todo el mundo se compra, Franz Kafka y Praga, de Harald Salfellner, que es muy sugerente y agradable.
De fondo me he puesto a Jirí Suchý & The Hottentots Orchestra, cd que me compré cerca de la casa natal de K. y que he regalado en forma de copias de seguridad (?) a muchos amigos, jazz and hot-dance music.

jueves, diciembre 14, 2006


Los placeres de la bibliofilia

Al final, el sábado me fui de librerías en Valencia. Tampoco mucho, porque en un descuido me dejé la cartera en casa y tuve que tirar de libreta, pero me compré unas cosillas, casi como el de al lado.
Es un rito grato para mí ir a las librerías de las ciudades que visito y comprar algo, me parece un buen recuerdo, como ya creo que comenté. En Valencia hay unas librerías, las París-Valencia (¡qué nombre más evocador!) que todavía venden libros retirados nuevos antes de que los manden a la guillotina (literal. Vean sino el blog de mi amigo Alfonso, http://elreinodeestemundo.blogspot.com y verán). Son un caos, hay libros que llevan allí 20 ó 30 años y siguen en los estantes, pero forma parte de su encanto, todavía te encuentras cosas interesantes. Yo me cogí un libro de viajes de Xavier Moret, América América, que resultó que ya tenía(y del que ya recomendé La isla secreta, sobre Islandia), otro también de Península, un viaje a pie desde Holanda a Constantinopla en el año 33, un ensayo sobre la revolución industrial en la Europa del siglo XIX y un librito sobre la Roma de los Césares de Eslava Galán.
Lo peor fue que el domingo fui al IVAM y había catálogos de fotografía y de las vanguardias húngaras saldados. Y esos pesan...
P.D. Como estoy en un ciber, no oigo nada, pero lo último que compré fue Grant Green, Complete quarters with Sonny Clark. Salud

viernes, diciembre 08, 2006


El neobarroco

Todavía desde Valencia, hoy en uno de esos días perezosos con aire, pero azules. Hoy toca una entrada a lo Vicente Verdú, donde se mezclan ideas con un leve nexo común.
Los que me conocen saben que desde años he hablado alguna vez del neobarroco, esa vuelta a la cultura de la apariencia donde lo importante no es lo que las cosas sean, sino lo que parezca que sean. Y de eso, en esta ciudad, saben mucho. Ya no sólo es por las fallas, con su imaginería irreal, sino por ese nuevo urbanismo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, todo fachada, envoltorio de lujo para interiores vacíos. Es un ejemplo paradigmático de este siglo y del fin del anterior: las colonias son más importantes no sólo por el envase (que sí) si no por la firma, lo que no huele; el pan aparenta ser algo que a las pocas horas deja de ser; edificios decrépitos son remozados con una capa de pintura color pastel (ese lavado de cara que dicen)..., el simulacro se convierte así en la única realidad y crea así una corriente por la que hay que descontar, como una gamba a la gabardina, lo que ya se sabe que no es esencial. De nuevo como en los tiempos de la columna salomónica y el pan de oro.
De fondo hoy suena un viejo grupo muy querido por mí, Japan y su "Gentleman takes polaroids" y de paso os recomiendo algo de Vicente Verdú, "El planeta americano" por ejemplo, como muestra de lo que se nos va viniendo encima.

jueves, diciembre 07, 2006


Ritabarberàville

Estoy en Valencia, en una de esas casas ajenas de las que hablé un día, en la que hago exactamente lo que quiero hacer: leer, pasear, salir, comer bien, beber, hablar.
Hoy he cumplido con uno de los ritos obligados al venir aquí (hay unos cuantos: la visita el domingo al IVAM, las bravas y los pilares en el bar El Pilar, en pleno barrio de El Carmen, los pastelitos de boniato...), a saber, ir al Mercado Central. Está quedando precioso, en una restauración que dura años, pero lo que más me gusta es lo que hay dentro: lechugas que todavía chorrean ese líquido blanquinoso, verduras fresquísimas y limpias, cecinas y salazones turgentes y brillantes, jamones exuberantes, embutidos, setas todavía olorosas, trozos de calabaza asada, pescados inverosímiles (y gambas mucho más gordas que un dedo corazón de la mano a 70 €!), puestos preciosos donde te venden el orégano o el curry a peso. Y ni un papel u hoja en el suelo, la honestidad del huertano que va allí a vender y tiene todo como una patena... Me encantan los mercados, y éste, desde luego, es uno de mis preferidos.
Hablando de esto, no sé si esperarme a que salga en bolsillo el último libro de Manuel Vicent, tan mediterráneo él y que cogía el tranvía que casi veo desde este cuarto para ir a la Malvarrosa. Me parece que estas navidades me lo regalaré.
Hoy de fondo suena el "The best of Luna", un cd estupendo sin ningún relleno. Y huelo la cena que mis amigos están preparando, pizza de rovellons, calabacín y queso azul. ¿A qué da envidia?

martes, diciembre 05, 2006


Roth y Cia

Estos días he acabado uno de los últimos libros de Joseph Roth, "La filial del infierno en la tierra", una recopilación de artículos escritos desde el exilio donde describe la situación en Alemania y Austria durante la llegada del nazismo al poder y la califica así, "la filial del infierno en la tierra". No es el mejor libro de Roth, ni el que más me ha gustado, sobre todo por ese tono místico que tiene (de todos modos habría que ver en qué pensaría uno en sus circunstancias), pero me da pie a hablar de la literatura centroeuropea de esa época de nuevo, donde está la mejor pléyade de escritores probablemente del siglo: Roth, Zweig, Márai, Kostolany, Brecht, Kafka, Keun, Mann... Nombres fundamentales en la cultura universal.
Ya os recomendé una pequeña editorial http://www.editorialminúscula.com, donde se ha recuperado la obra de muchos de estos escritores, también la magnífica editorial el acantilado, que tiene probablemente el mejor catálogo español. Y de paso haré publicidad del nuevo libro del profesor (y sin embargo amigo, que decía uno bastante mala leche) José Ramón Díez Espinosa, titulado "El desempleo de masas en la Gran Depresión" donde, a través de las novelas de los años 30 se analiza cómo se vivía entonces.
De fondo hoy suena algo también con conciencia, Billy Bragg y Wilco musicando las canciones de Woody Guthrie (sí, ése que llevaba escrito en la guitarra esa leyendade "This machine kills fascists").
P.D. Os dejo una frase de Roth que le escribía a Zweig, protagonistas de la foto de arriba, "la verdadera patria es la amistad". Un precioso epitafio.