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martes, octubre 31, 2006


De la ecología

Al final parece que alguien empieza a tomarse en serio lo del calentamiento global, aunque sea Blair y aunque sea a causa de que ese calentamiento nos salga más caro. En fin, patético, pero si se saca la conclusión de que hay que preocuparse por el planeta y por la herencia que dejaremos a las generaciones venideras, bienvenido sea. Yo soy de los convencidos de que "ut sementem feceris ita metes", es decir, "como sembrares, recogerás", si se me perdona la pedantería del latinajo. La ecología no es tenida en cuenta por una gran mayoría de la población, que piensa que "el que venga atrás que arree", que es muy incómodo tener bolsas diferentes para reciclar, que ir con coche a todo es lo más, que hacer campos de golf y macrourbanizaciones es un negocio estupendo, que..., la lista podría ser enorme y seguro que a todo el mundo se le ocurren más ejemplos, así que ahí lo dejo.
No os voy a recomendar música "concienciada" tipo Sting, U2 o cosas así, si acaso algo para leer como el dossier que acaba de sacar "La vanguardia" sobre el agua. Aunque de fondo hoy pondría algo así como The Waterboys, que me compré ayer un cd viejo de ellos.

lunes, octubre 30, 2006


Las castañas asadas

"La castañera asa los corazones del invierno", decía Ramón Gómez de la Serna en una de sus greguerías más líricas.
Me encantan las castañas, hay una pulsión infantil en el hecho de ir a un puesto (normalmente femenino) y comprar un cucurucho. Desde pequeño me ha gustado mucho ese sabor de la castaña asada, con un corte para que no salten. Me acuerdo de cuando te daban 20 por 25 pesetas (ya ha llovido desde entonces!, o más bien ha hecho aire), y como han ido subiendo, hoy irán ya a 2 € la docena o así. Cuando hacía frío, en esa época de modernez bohemia allá por los 80 en que mi prenda favorita era una gabardina beige de mi padre, cogía el paquete de castañas y me lo cambiaba de bolsillo para calentarme las manos. Cuando leí más tarde "La colmena", la excepcional novela de Cela, vi que Martín Marco en la postguerra también lo hacía, y me entró una infinita ternura hacia ese personaje desvalido y zarandeado.
He comido castañas en Zaragoza (muchas), Madrid, Lugo, Lisboa, Tarragona, Milán, y son muy diferentes, en algunos lugares las venden envueltas en ceniza, lo que las hace todavía más atractivas a la vista, los puestos no tienen nada que ver. Ahora, con la vitrocerámica en las casas, comerlas recién hechas oyendo, por ejemplo, a los Esclarecidos (sólo recuerdo una canción que dice "hay veces en que un huevo es igual a una castaña", de "De espaldas a ti") se hace difícil.
Veo en Tarragona a los jóvenes vendiendo castañas para sus viajes de estudios y me observó a mí mismo en camiseta y sudando y, claro, no es lo mismo.

viernes, octubre 27, 2006


Vuelve Woody!

Este blog me está quedando bastante cinéfilo, pero no creo que a nadie le importe demasiado. Hoy se estrena la última de Woody Allen, que sé que despierta filias y fobias por doquier, incluidos lectores de este blog. Llevo más de 20 años viendo pelis de Woody Allen, desde que en la adolescencia descubrí alguna de sus desternillantes comedias ("Bananas", "Todo lo que usted siempre quiso saber sobre sexo", "El dormilón", "Zelig"...) y nunca me defrauda. Sé lo que voy a ver, y lo asumo, algunas pelis me gustan más, están más trabajadas, pero como en las conversaciones con amigos antiguos, sabes, prevés, lo que va a ocurrir. Además es un amigo fiel, que viene siempre por estas fechas, mes arriba o abajo. Es un rito descubrir sus chistes, algunos buenísimos ("Me gustaría reencarnarme en las yemas de los dedos de Warren Beuty", "Siempre que oigo a Wagner me dan ganas de invadir Polonia", "La última vez que estuve entre las piernas de una mujer fue cuando visité la estatua de la Libertad"), sus bandas sonoras de jazz clásico (todas recomendables), sus exteriores y decorados, su dirección de actores, sus movimientos de cámara...
Estoy deseando ir a verla, ¡qué le voy a hacer!

jueves, octubre 26, 2006


El "neo-noir"


Ayer fui a ver "La dalia negra", y me decepcionó. Uno es un entusiasta del cine negro clásico, con James Cagney, Bogart, Lauren Bacall o Virginia Mayo, pero también del de "autor", como "Sed de mal", "Perdición", "El crepúsculo de los dioses" o "La dama de Sanghai". También me gusta mucho lo que se denomina el "neo-noir", versiones más estilizadas, manieristas a veces, de los grandes temas y personajes de las novelas de temática criminal. Me encantó "Muerte entre las flores" y "Barton Fink"de los Coen, "Camino a Perdición", "L.A. Confidencial", que también es una versión de James Ellroy, como "La dalia negra". Me encanta esa ambientación años 40, los interiores tan austeros y elegantes, la estética de la ropa, esos personajes crepusculares y con mil recovecos, las "femmes fatales", la música. Y en los aspectos formales la peli de Brian de Palma cumple, la puesta en escena no está mal, pero le falta pulso narrativo, mordiente, sudor y humedad, humanidad, en suma. Tal vez porque Josh Hartnett no transmite nada, que la bellísima Scarlett Johansson está estática y fría en todas las secuencias, que algunos secundarios parecen una caricatura de telefilm más que personajes de cine con mayúsculas. Demasiada voz en off (que se supone que está superada), poco mostrar y mucho contar...
Pese a todo, os recomiendo que le echéis un vistazo, al menos no es una comedieta romántica, ni cine costumbrista ni terror "teenager".
Otro día hablamos de "Pequeña Miss Sunshine", que sí me gustó.

martes, octubre 24, 2006


La ley del ladrillo

Es una pena malemplear una foto de Rodchenko para hablar de un tema tan feo como éste, pero al menos lo dignificamos. Me parece increíble el momento que estamos viviendo en este país, donde en el altar del dinero sacrificamos todo, paisaje, naturaleza, equilibrio..., todo vale si hay que hacer dinero rápido. Subir a las alturas en España y ver un mar de grúas es todo uno, y no sólo en la costa, también el Pirineo, Santander, Galicia, Madrid, el interior... Todo ladrillo y cemento. En España se construye más que en Francia, Alemania y Gran Bretaña juntas, a la vez que, probablemente, es donde hay más vivienda deshabitada. Las ciudades y pueblos están llenos de casas vacías, se siguen despoblando zonas rurales y de repente se talan miles de árboles para construir 7500 viviendas, 3 campos de golf y demás en pueblos de 150 habitantes, todo ello como 2ª y 3ª viviendas. "Algo huele a podrido en Dinamarca" decía Hamlet, y lo podemos suscribir.
Como contrapunto, hoy podemos recomendar algo de humor, tal vez "Lo mejor que le puede pasar a un croissant" de Pablo Tusset y de fondo musical un intérprete que me persigue desde hace meses, Sutjan Stevens y su "Illinois".

lunes, octubre 23, 2006


Cielo

"Cielo, cielo es un lugar donde nunca nunca pasa nada", cantaba uno de mis grupos favoritos, Esclarecidos, en una inconmensurable versión de "Heaven" de los Talking Heads. Después de la tierra del otro día,aquí va el cielo.
En Teruel hay cielo de verdad, casi toda la provincia es un altiplano por encima de los 900 metros, sin contaminación apenas, y tumbarse en verano en la tierra a ver esa bóveda increíblemente luminosa es toda una gozada. Recuerdo noches contando innumerables estrellas fugaces (las lágrimas de San Lorenzo, las Orestíadas...) y pidiendo deseos en silencio. Era normal que la gente de la Antigüedad, sin luz artificial y muchas veces sin techo, elevase la vista al cielo y viese las figuras de las constelaciones que todavía hoy estudiamos. Hay algo fascinante en esa cúpula azul oscura. Otro recuerdo de la infancia y juventud relacionado es la hipnótica serie "Cosmos", de Carl Sagan, que nos hizo amar la ciencia y verla mucho más poética. ¿Qué más se puede pedir?.
Canciones con "cielo" o "heaven" hay docenas, no os pongo ninguna, y libros también, así que hoy dejo las recomendaciones abiertas a vuestros gustos.

jueves, octubre 19, 2006


Tierra

Una de las cosas que más me gusta es la tierra del pueblo de mi madre. Esta increíble foto de Álvarez Bravo me la evoca, aunque falte un elemento clave, el color. Si tenéis a mano el cd de Màrcio Faraco que recomendé hace unos días se parece muchísimo: es de un rojo intenso, con algo de ocre. Son arcillas, creo, pero siempre me ha fascinado. Hay algo telúrico, íntimo, en la tierra que vimos desde la cuna o los brazos de los padres o abuelos. Y a mí me gusta mucho el color de la tierra, o de la arena del desierto, o de un bosque umbrío con hojas de hayas o de robles. La película, algo fallida en mi opinión, de Julio Medem "Tierra", también hablaba de eso.
En verano, jugaba con mi primo, y sin embargo amigo, a provocar a pedradas enfrente de mi casa pequeños desprendimientos de la tierra que se había ahuecado en la pared de lo que llamamos castillo en Monreal, o también nos tirábamos por una cuesta de él con un saco de plástico haciendo de trineo...
Ya no se puede, pero sí que existe esa tierra que impregnó los ojos de mi infancia y que se quedó allí para siempre.
La peli de Medem se basaba en una abracadabrantemente bella canción de Caetano Veloso, "Terra", escrita en la cárcel, y que desde ya os recomiendo. Y también un libro de prosa de Xuan Bello titulado "Historia universal de Paniceiros", traducido del bable y sobre el que volveremos otro día.
Salud.

viernes, octubre 13, 2006


Los pueblos

De pequeño, me daban pena mis compañeros de clase que no tenían pueblo al que ir en vacaciones, como siempre hacía yo. Y es que, para un "urbanita", tendría que ser obligatorio tener alguna raíz, algún pueblo de familiar al que ir. Para un niño de ciudad, el pueblo es el territorio de la libertad, de la naturaleza más o menos pura, de la anomia, de los descubrimentos transcendentes, de donde uno volvía a la clase cambiado, más crecido, o más fuerte, o más gordo, con esos arañazos o heridas que parecían las medallas del rito de paso a la adolescencia que había que tener.
Escribo esto desde el pueblo de mi madre, Monreal del Campo, en Teruel, donde hacía más de dos años que no iba. Y me reafirmo en la reflexión, que se hace multidireccional, también todo el mundo debería poder ir a una ciudad, a otra cultura, a otra religión. Eso no enriquecería enormemente, nos daría más empatía y menos cerrazón.
Pero por favor, no perdamos los pueblos ni su memoria.

miércoles, octubre 11, 2006


De mílites

De todos los anti-, el que me parece más coherente como idea generalizable es el antimilitarismo. Ya sé que el ejército, y más el español, ha cambiado, y no se parece mucho al que ametralló el techo del hemiciclo el 23F, pero dejadme que siga pensando que los uniformes (de cualquier tipo) no me gustan, que la obediencia ciega, la disciplina, el "chusquerismo", no sean valores dignos. No me apetecen los desfiles, los liberadores que se enfundan un uniforme verde de por vida (aunque a veces se disfracen de corderos), prestar (?) por obligación servicios a determinadas estructuras. No me gusta que Corea del Norte destine el 80% de su presupuesto anual al ejército, ni ningún otro país, que el Tratado de No Proliferación de armas nucleares sólo sirva para que nadie más tenga armas, y las sigan teniendo otros y vengan nuevos socios. Pero sí me gusta que un país como Islandia desmantele su única base militar, curiosamente estadounidense, y que no tenga ejército. Sé que es una isla peculiar, gélida e inhóspita, pero su estupendo índice de lectura lo uno a lo anterior. Por eso las recomendaciones de hoy son Björk, su cd "Debut" y un estupendo libro de Xavier Moret, "La isla secreta".

martes, octubre 10, 2006


Lady Day

En el mundo del jazz, como en el de cualquier grupo reducido, abundan los motes. Louis Armstrong era "Satchmo" (boca de buzón), Lester Young "The Press" y Billie Hollyday "Lady Day". Hoy nos quedamos con ésta última. Es mi cantante favorita de jazz. No tiene la voz magnífica de Ella Fitzgerald, pero es muy expresiva (algunos incluso la tachan de expresionista, como Lotte Lenya) y sus quejidos son los más lastimeros de la historia de la música. No era para menos, su vida fue todo lo incómoda y difícil que podía serlo para una mujer, negra, cantante y guapa en la América de los años treinta y cuarenta.
El comienzo de su autobiografía, desgarrado como una cuchilla que presidía la portada de Tusquets, ya nos da el tono de su vida y sus escritos. Os lo voy a evitar, porque es mejor que vayáis a leerla. Se titula "Lady sings the blues", y de fondo musical podeís escoger entre su último disco, "Lady in satin", donde su voz ya está rota por las drogas y por su corazón, o algo más suave como "Songs for distingué lovers". Eso sí, buscad su hit más duro, "Strange fruits", donde habla de esas extrañas frutas que cuelgan de los árboles y que no son otra cosa que los cadáveres de los negros asesinados en la América profunda.

lunes, octubre 09, 2006


Volver

Ni con la frente marchita ni nada, este finde he vuelto a Barcelona. Eso en sí no es no es ninguna noticia, voy cada mes, allí tengo a alguno de mis mejores amigos de los de las casas ajenas que decía antes. Pero sí que es reseñable que volví para encontrarme con dos colegas (en el sentido amistoso de la palabra) de los que conozco desde hace casi 20 años y que hacía varios que no nos veíamos. Es curioso que te juntes y en unas cuantas cervezas (no voy a dar una cifra, pero algo menos de 143 y más de 2) te pongas al día.
La amistad entre hombres heterosexuales está bastante lastrada por siglos de incomprensión y de machismo, pero en cuanto nos vimos, el cariño y la camaradería fluyeron cual tercios de Estrella Damn o Voll Damn. Y es bonito contarse libros que te han gustado, discos, pelis, lo que has ido descubriendo en esos años sin verse. Por eso quiero dejar constancia aquí de esas sensaciones.
De fondo musical hoy pondría algún blues sucio de Lee Hooker, o Charlie Parker. Y de lectura, cualquiera de las novelas de Mendoza, por ejemplo "Una comedia ligera", pues estuvimos por el Raval buscando bares abiertos.
Salud, camaradas.

jueves, octubre 05, 2006


Historias de la radio

Cuando vi "Historias de la radio" de Woody Allen, no pude dejar de identificarme con el judío neoyorquino más conocido: mi vida también está vinculada a la radio. Si ayer os decía que me costaba recordar un día sin leer, incluso me cuesta más un día sin radio. De pequeño era una de esas de radio galena con la que oía programas deportivos o de "ciencias ocultas" (antítesis donde las haya). Recuerdo quedarme dormido con "Medianoche", creo que era, de Antonio José Alex. Lo que sí que recuerdo nítidamente era la sintonía: "The robots", de mis adorados Kraftwerk. Luego, ya en la adolescencia, con la efervescencia del punk, la nueva ola y otras tendencias culturales, el descubrimiento más querido para mí, Radio-3, que tengo ahora de fondo. Recuerdo las noches de verano en un pueblo de Teruel con mi primo buscando la emisora en la calle (imposible dentro de casa), a las 12, oyendo el "diario pop" y las canciones de Siniestro Total, A flock of seagulls, el tecno-pop... Y ahí seguimos.
Lo primero que hago al despertarme es encender la radio, lo último apagarla. En medio, horas y horas de música y lectura, también de oír alguna tertulia, pero siempre la música. Eso sí, odio los "40 principales" y las radio fórmulas en general. Mi "conductor" favorito, Diego Manrique, que tanto sabe y lo cuenta tan bien y con tanta pasión. Su programa, "El ambigú", a las 6, casi siempre sorprende.
Así que hoy toca radio. Y a lo mejor ponen canciones de uno de mis grupos pop favoritos, La Costa Brava.
P.D.¿Y si el "ente" se dedicara a mejorar la recepción de sus emisoras en vez de pagarle a alguna nietísima 48000 € semanales por bailar?

miércoles, octubre 04, 2006


Algo parecido a la felicidad (1)

En mi universo particular, la felicidad tiene muchas veces forma de libro. Algunos amigos se ríen porque siempre que veo un mirador, una galería cerrada en el Pirineo o en un lugar con vistas al mar digo lo mismo: "Qué bien se estaría ahí leyendo". He buceado en la red y he encontrado una imagen alusiva (espero que la ciberpolicía no venga a reclamarme derechos). Pocos placeres tan grandes y a la vez sutiles como descubrir una nueva librería en una ciudad desconocida: siempre que viajo al extranjero compro algún libro en esa nueva lengua y me paseo con reverencia y respeto por los atestados anaqueles. Muchas veces librerías no de viejo (eso es casi como una pastelería para un diabético), pero sí vetustas, en las cuales encontrar ese libro que ya guillotinaron para hacer pasta de papel. De todos modos, tampoco desdeño las librerías funcionales y asépticas. El caso es llevarse a casa un libro, acariciar su portada (las magníficas que hacían Daniel Gil para Alianza bolsillo) y olerlo. El resto del placer solitario se puede aderezar con otros: la mirada al paisaje, un whisky o un vino, el jazz...
Con mi amigo Alfonso nos hemos ido muchas veces "de librerías", como otros se van de cubatas (ya sé que no son vicios excluyentes), hemos pasado y pasamos muy buenos ratos en esos lugares santos. Los bibliófagos somos así.
La recomendación de hoy es un libro que he regalado varias veces, de otro enfermo de la lectura, "Historia de la lectura", de Alberto Manguel, en Alianza bolsillo. Y de fondo sonoro, a elegir, o el jazz introspectivo de Bill Evans o el saltarín de Grant Green.
Nos leemos!

martes, octubre 03, 2006


Weimar entre nosotros (1)

Tomo el título de uno de los libros de uno de mis contertulios favoritos de la cadena SER, José María Ridao (aunque reconozco que mi predilecto es Miguel Ángel Aguilar, el más divertido y ocurrente, amén de informado).
De todas las épocas históricas, de todos los momentos, mi favorita es la Alemanía de la república de Weimar, el periodo de entreguerras, al menos hasta la nefanda ascensión del nazismo. Es una época de entrada de lleno en la modernidad, de mecanización, de innovación artística en todos los niveles (pintura expresionista, música dodecafónica y jazz, cine, teatro, literatura...). Ahí está el germen de todo, en medio de una crisis ideológica y económica (con inflaciones anuales de millones por ciento!) que me recuerda al Barroco español.
Otro día hablaremos de nombres, hoy sólo quiero deciros que en España tenemos a un gran experto en estos temas, el profesor de Valladolid José Ramón Díez Espinosa. Si va a vuestra ciudad a dar una conferencia no os lo perdáis. Sus power-points son magníficos, su nivel intelectual impresionante, pero es que encima es ameno y amable. Me lo agradeceréis.
Las referencias de hoy son difíciles, pero obvias. Os recomiendo "Crónicas berlinesas", de Joseph Roth, en una excelente pequeña editorial, http://www.editorialminuscula.com y de fondo a la magnífica y bella Ute Lemper de "Berlin Cabaret Songs", que es lo que está sonando ahora.
Auf wiedersen!

lunes, octubre 02, 2006


Días de calor

Pues sí, el socorrido tema del tiempo. Odio el calor, sobre todo trabajar con, o contra, él. No me gusta nada la sensación de quedarse pegado a la mesa, como me está ocurriendo ahora. El calor me aplatana, me da una laxitud y una indolencia terribles, la humedad en la frente, en la espalda, dar vueltas en la cama buscando un rincón seco. Es horrible. Por eso adoro el otoño, esa sensación inconmensurable de ponerse el primer chandal (sí, me gusta ponerme cómodo en casa) largo, de arrebujarse en la cama. Además, el calor húmedo me da dolor de cabeza. Como ahora.
Tampoco puedo hacer nada por cambiarlo, así que lo sobrellevaremos con elegancia: oyendo "Días de calor", una magnífica canción de uno de los mejores cds de la música pop española y que casi nadie recuerda: "Casa doce", de los BB sin sed.
Como ilustración Doisneau, que hubiera ido bien para ayer, "Domingo por la mañana"

domingo, octubre 01, 2006


Los domingos

Hay algo en los domingos que nos lleva a la infancia, a cuando nos quedábamos solos en casa porque los padres iban a trabajar y por alguna extraña razón éramos nosotros los que poníamos las normas (?). Pues ahora en domingo es igual: ese despertar lánguido con la radio de fondo (que nos infiltra los sueños de comentarios y noticias oídas de refilón); ir todo el día en pijama, desayunar a la una unos pepinillos y mejillones en escabeche, por ejemplo; buscar un disco suave mientras (Air, o Belle & Sebastian) ojeamos, tumbados en el suelo rodeados de libros, la prensa; ir al cine justo después del vermut, con las cañas y el queso palpitando en una sala de proyección casi vacía; en suma, la plasmación semanal de la anarquía, hacer lo que uno quiera sin horarios ni obligaciones.
Por supuesto, conforme avanza el domingo uno se enfada con el lunes venidero, con lo que hubiera querido hacer en ese día aciago y no hizo, pero eso, como decían los inigualables Esclarecidos de los cubatas de garrafa, "tienen una cosa buena y otra mala, pero la mala no pasa hasta el día siguiente".
De fondo, hoy, Lambchop "The decline of the country & western civilitation", me entusiasma la voz profunda de Kurt Wagner y su sedosa melancolía "dominical".
Como ilustración, una de esas fotos captadas desde el instante y el azar por Álvarez Bravo.