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jueves, mayo 29, 2008


Feliz cuando llueve


Como lo dije, lo cumplo. Voy volado corrigiendo exámenes, cabreándome con el nulo interés por aprobar (ya no digo por aprender) de la mayor parte de mis alumnos, así que hoy sólo os dejo una canción de uno de mis grupos favoritos del rock alternativo de los 80, los escoceses The Jesus and Mary Chain. La canción es "Happy When It Rains" y otro día os pongo la letra. Es de uno de sus mejores discos, de los menos ruidistas, el 2º, Darklands, del año 1987. Que lo disfrutéis, todo un chute de energia en previsión de más lluvias.

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the jesus and mary chain - happy when it rains

martes, mayo 27, 2008







El fotógrafo del silencio












1.- Que la fotografía en España (y en el resto del mundo también, al menos eso se dice en los medios artísticos) goza de buena salud es evidente. Tenemos excelentes fotógrafos en activo como Alberto García Alix, Isabel Muñoz, Rafael Navarro o Chema Madoz, del que paso a ocuparme ahora mismo.

El domingo, lluvioso, fui a ver con mis amigos de Valencia la exposición que la Autoridad Portuaria de Tarragona dedicaba a la última obra del, para mí, más sugerente fotógrafo español reciente. Por eso no estaba este clásico que tanto recuerda a Man Ray y su "Violón de Ingres". Y es que algo de eso tiene la fotografía de Chema Madoz, ese hálito poético de raigambre surrealista en el que las cosas parecen lo que no son, en el que las asociaciones de ideas aparecen en la misma imagen, con su belleza ligera y elegantemente perturbadora. Es un fotógrafo metafórico que capta el silencio y la magia en estas exquisitas imágenes pulcramente realizadas. En ese sentido, su obra también recuerda a otro grande del arte en España, al catalán Joan Brossa y sus "poemas objeto", o al francés de los objetos imposibles Jacques Carelman, autor, por ejemplo de

esta cafetera para masoquistas. Las fotografías de Chema Madoz también hacen sonreír en ocasiones, cuando la asociación de ideas es más greguerística, pero las más de las veces no sugieren, nos hacen pensar y estremecernos ante su belleza y su inmaculada realización. Hay varios libros de Chema Madoz por ahí, pero yo os recomiendo, como una buena introducción, el volumen que la editorial La Fábrica le dedicó en 2002.



2.- No quiero cerrar esta rápida entrada sin recordar la muerte del director Sydney Pollack. Todo el mundo habla de su edulcorada Memorias de África, pero yo me quedo con una película durísima, Danzad, danzad malditos, versión de la estupenda y tristísima novela de Horace McCoy ¿Acaso no matan a los caballos?.


P.S. Otro día os pongo una canción que a mí me gusta mucho sobre los días de lluvia, una de Jesus and Mary Chain, porque hoy lo que suena es Dreamland, el primer cd de la gran Madeleine Peyroux, una de mis cuatro adquisiciones en la excursión sabatina a BCN. Su jazz mezclado con blues y canción popular, con ese tono a lo Billie Holiday, es una excelente banda sonora para darle la vuelta a eso de que la mejor música es el silencio y decir que el mejor silencio es una buena música.
Salud.





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jueves, mayo 22, 2008

Duke Ellington Take the A Train Soundie 1940's





Alegría y tristeza del cuarto de hotel (2)








Tengo la tendencia a empezar series en este blog y luego no acordarme de continuarlas, así que antes de que se me vaya el santo al cielo (o lo que quiera que se nos vaya a los ateos), seguiré con la que inicié el último día.



Dije que hablaría de hoteles y literatura y luego no lo hice, así que sigo por ahí.



La idea de estas entradas surgió de un artículo que publicó Rosa Montero hace unos meses en el EPS. Allí hablaba de esa sensación ambivalente que dan los hoteles, de la cantidad de gente que elegía un hotel para suicidarse, y lo ilustraba con esta abracadante foto del suicidio del escritor Stefan Zweig y su mujer Lotte en Río de Janeiro (foto de la que hay varias versiones, alguna menos romántica y menos retocada que ésta). Pero a la vez añadía que una habitación de hotel limpia, ordenada y agradable se convierte durante unos días en la mejor de las cosas en un viaje, tener un sitio al que volver, confortable (¡qué buenos son en general los hoteles españoles en comparación con lo que se ve por Europa!), una prolongación de la casa de uno.


La verdad es que cuando uno lee algo de la literatura europea del periodo de entreguerras no puede más que sentir una sana envidia de esos hoteles majestuosos en los que vivía gente como Paul Morand, hoteles cosmopolitas por los que pasaban todos los personajes importantes. La lista es enorme: el hotel Savoy de Londres, el Europa de Praga, el Adlon de Berlin en medio de Unter der Linden, el Palace de Madrid, el Ritz de Barcelona... Muchos más. Por allí pasaban grandes temporadas autores como Jardiel Poncela, Ramón Gómez de la Serna... No sé si hay una literatura de hotel, con el membrete del mismo escrito en el papel que utiliza el escritor (ah, esa anécdota del escritor novel que va al Café Gijón y pide, como ha leído en las novelas admiradas, "recado de escribir" y el camarero, guasón, le responde "¿Solo o con leche?"), pero desde luego muchas grandes novelas se han fraguado en cuartos anónimos de hotel.

Mucho más modesto en mis pretensiones, os he puesto arriba la foto del hotel en el que estuve en Amsterdam, el Owl (lechuza, bonito nombre). En la tercera ventana del tercer piso me asomaba a mirar la lluvia.

P.S. Aunque suena otra cosa, de la que pondré otro día un post, Sr. Chinarro, a esta entrada le sienta bien el jazz, concretamente ése que siempre sonaba en los hoteles lujosos, tipo Ellington o algún grupo pequeño. Es muy curioso leer lo que se decía en la Europa de entreguerras del jazz, cómo era visto. Era una música salvaje y desenfrenada que tocaban negros y que parecía lo más diabólico que se había inventado.

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martes, mayo 20, 2008




Alegría y tristeza del cuarto de hotel (1).







Al hilo del libro que me he acabado hace nada, Grand Hotel, de la austriaca Vicki Baum (1888-1960), libro muy recomendable de una autora de éxito en su tiempo (con peli del año 1931 protagonizada por Greta Garbo incluida), me viene a la cabeza que hace meses que quería hablar de los hoteles y su literatura.


Siempre me han atraído los hoteles, desde pequeño, cuando viajaba con mis padres a pensiones baratas (no había para más, lo mismo que lo de ir de restaurante, si acaso algún menú y mucho hornillo en la cuneta de la carretera). Recuerdo uno infame en Reinosa donde yo tuve que dormir con mi madre porque no había habitación para los tres y tuvimos que atascar la puerta sin cierre con una silla. También otro en la calle Princesa de Barcelona, al final de un dédalo de pasillos que hacían necesario otro hilo de Ariadna. Había ardido hacía poco el hotel Corona de Aragón de Zaragoza y me pasé la noche pensando en por dónde saltaría (la habitación no tenía ventana) si hubiera un incendio (optimista que era uno!). Otra vez, ya cuando estaba de profesor sustituto, estuve con mi padre, que era el que me llevaba cuando de repente me llamaban de un día para otro a trabajar a alguna parte de Cataluña, estuve, decía, buscando hotel en Montigalá, al lado del Besós. Para ir sobre seguro, preguntamos en una comisaría y nos mandaron a una pensión por horas cutre como pocas, que debía de ser de algún confidente. Nos fuimos por patas, pero acabamos en algo que dedujimos que era una especie de putiferio (cortinas rosas y demás) más limpio que lo otro pero con la misma función (no es el de la foto, que he bajado de google con el título de "hotel cutre", pero os hacéis una idea) .


Ya cuando me aprendí comunicaciones y las estancias en Cataluña eran por curso, en Cervera de Segarra dormí en un garito que también me dijeron que había sido motel de carretera, y estaban acondicionándolo (de hecho, mientras estaba fuera, me ponían enchufes y demás). Todo bien, de no ser porque al subir a la habitación, un señor mayor, albañil, me dijo que le ayudara, que su compañero de habitación y curro estaba desmayado en la ducha y no reaccionaba. Sacar a un albañil de 60 años, gordo y desnudo, de una ducha abierta no es un deporte que recomiende. Otro día sigo con otras historias.


P.S. He subido un vídeo que habla de hoteles tristes, de Chris Isaak, canción que me gusta mucho.

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Chris Isaak - Blue Hotel

jueves, mayo 15, 2008



Un día triste






Lleva uno arrastrando una cierta melancolía (o sea, humores negros según la etimología) durante días y hoy he decidido que me venza un poco, que me ponga todo lo triste que puede ponerte un recuerdo. De vez en cuando no conviene resistirse a sentimientos que también forman parte de nosotros. Si el sábado pasado celebramos el 25 aniversario del IES donde presto mis servicios (usemos prosa administrativa), no quiero dejar pasar la fecha de hoy para recordar a Vicky, mi amiga que falleció (me cuesta un huevo escribir eso sin que se me haga ese nudo que todos conocemos) el pasado 30 de octubre. Me sigo acordando de ella todos los días, y lo seguiré haciendo, igual que se ama a lo que ya no está más que en nuestros tristes recuerdos, porque la sigo amando y recordando. Perdonad el tono, hoy es su cumpleaños, 48 si no recuerdo mal, y quiero que estas tristes palabras tristes la evoquen, como esa foto de ella en un taller de calabazas en el IES.

Un beso.

P.S. Aunque suene un cd de Cat Power que ya recomendé, hoy me acuerdo de alguno de los cds que le grabé a ella y a Carlos, su pareja, por ejemplo Van Morrison, y éste Magic time. Un abrazo de verdad.

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martes, mayo 13, 2008










¿A cuánto cotiza un muerto asiático?








Cuando se explican las características de la noticia se dice que hay que tener en cuenta el valor humano, lo insólito, la cercanía al acontecimiento... Pero siempre que ocurre alguna desgracia alejada de nuestro onfalocentrismo europeo (o sea, nuestro bonito, desarrollado, operado tal vez, ombligo) me doy cuenta de lo mismo, 100, 1000 muertos asiáticos no valen nada.






La semana pasada fue el tifón de Myanmar (antigua Birmania, con lo malos que somos algunos en geografía, además nos van cambiando los nombres...), unos 10000 muertos que apenas ocuparon tímidamente alguna esquina de algunos periódicos. El país, como muchos de la zona, es una dictadura y tampoco es que se difundan mucho sus desgracias. Ya no está en los mass-media. Ayer, en la provincia de Sichuan, en China (yo la conocía sólo por la pimienta), al menos 12000 muertos, con lo que esa tragedia ya tapa a la otra, todavía sin solucionar. En este caso, la cercanía de las Olimpiadas, el hecho de que se notara en Pekín (y alguno pensará ¡pobres deportistas de élite, se tienen que ir a competir a una ciudad que tiene riesgo sísmico!), el constante flujo de noticias sobre la antorcha y sus azarosos viajes (estúpido gasto donde los haya) va a causar que salga más días en los medios, pero nada en comparación con... una caquita del perro de Andrés Pajares o la última tontería del político de turno.



Y así nos luce el pelo, así va el mundo de la información.




Menos mal que de vez en cuando uno lee cosas de periodistas con sentido común, como me ocurrió con el polaco Ryszard Kapuscinski (y ya lo puse aquí) o hace nada con Manu Leguineche y su El club de los faltos de cariño, libro que os recomiendo. No es un ensayo, más bien unas memorias volanderas donde Leguineche va reflexionando, al hilo de sus encuentros y sus recuerdos, sobre todo lo que le viene a la mente, en forma de párrafos tirando a cortos. Leguineche es de esas personas que a uno le caen bien, con el que podrías irte a tomar unas cañas, como ya dije de Carlos Llamas, que te podría contar, con profundidad pero cercanía, cosas de cualquier parte del mundo.

A seguir bien, Manu.


P.S. Hoy suena, que las lluvias me han vuelto otoñal de nuevo, este cd de Bill Evans y Lee Konitz, suave y entretenido.

Salud.

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viernes, mayo 09, 2008

Tom Waits - Downtown Train -1985



Cosas que hacer un día de lluvia en la ciudad





Nada.


O:


Ir al ciber a hacer otra entrada.

Acabar un libro (El club de los faltos de cariño, de Manu Leguineche, prometo post) y empezar otro (Grand Hotel, de Vicki Baum).

Tirar unos zapatos viejos a los que les entraba el agua.

Cortarse el (casi nulo) pelo.

Escuchar jazz, el cd de Lou Donaldson que os recomendé el otro día (y antes a los suaves Mojave 3, ideales para hoy, disco, por cierto, que tiene una canción menos de las que indica).

Si tuviera chimenea, poner un leño no muy gordo en el fuego para que se fuera algo la humedad.

Preparar un té no muy fuerte, que tenga algo de "earl grey" (un día, en un bar de Reus me ofrecieron té rojo, verde, negro y gris, y resultó que el gris era "earl grey").


Darse cuenta de que hay madres que dejan a sus hijos de 8 años o así en el cibercafé para que el ordenador haga de canguro, y la niña en cuestión, con los auriculares puestos, hable e interactúe con el ordenador como si estuviera sola en el mundo (y a lo mejor lo está).


Decidir que, pese a la lluvia, una visita al mercado puede ser una buena idea.


Acabar el post subiendo una canción que me encanta de Tom Waits (prometo otra entrada).







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jueves, mayo 08, 2008

Muchachada Nui 012 presentado por Ahmadineyad


Somos todos (unos más que otros)


Iba a decir que no todo iba a ser transcendencia, alta cultura y demás en este blog, pero si hecho un vistazo veo que me está saliendo más hedonista de lo que pensaba. En cualquier caso, la campaña de la renta me permite subir este vídeo que vi el otro día a los chicos de Muchachada Nui, que me parecen de los humoristas más originales y surrealistas, además con ese toque albaceteño que me los hace más cercanos que tantos monologuistas que hablan de cosas tan etéreas. Esta sección, "Mundo viejuno" me parece muy entretenida por el contraste entre lo que la peli antigua (realmente viejuna) dice y el texto. Otro día os pongo el capítulo que dedicaron a los intermediarios, que no tiene desperdicio. Como música me viene automáticamente a la cabeza esa chorrada que hicieron sobre el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, donde salía comiendo patatas y cantaba: "Ay la patatita, qué rica patatita", que se me pegó como una lapa y ya no puedo mirar a las patatas igual.
Salud.

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Muchachada Nui 2x04 Mundo Viejuno - Gemelas Hill Valley

martes, mayo 06, 2008


Bares, qué lugares...


Tan gratos para conversar, sigue la conocida canción de Gabinete Caligari, y de eso os voy a hablar, de bares y de Madrid.

El sábado quedé con mi amigo pucelano José Ramón Díes Espinosa en Madrid, como esas parejas de amantes que quedan a mitad de camino. En este caso sólo era (y ese "sólo era" es mucho, es amistad, complicidad...) para ver alguna expo y compartir un rato entre barra y barra.


Ya he dicho por aquí que me gusta mucho cómo tiran la cerveza en Madrid, y de todos los bares que conozco, en el que mejor lo hacen es en éste de estas dos primeras fotos, la Taberna la Dolores, en la calle Jesús, casi enfrente de la iglesia de Jesús de Medinacelli, que más de una semana santa me ha perseguido con sus procesiones. Allí, sin darnos cuenta, al abrigo de la conversación, entre tapas de salmón, ventresca, queso con anchoas y demás, cayeron unas cuantas cañas de esas que dejan en el vaso la marca de los tragos. Al acabar la tarde, volvimos para despedirnos del bar.


Después de una cañita en la Cervecería Santa Ana, también bien tirada, probamos las gambas al ajillo de El Abuelo, muy ricas. Yo tenía el antojo de las patatas bravas (prometo post sobre el particular) y fuimos al callejón de Gato (Don Álvarez Gato) a mirarnos en los espejos valle-inclanianos, pero estaba cerrado, aunque al girar la esquina hay otro de la misma casa, Las bravas, con su salsa patentada. Me encanta esa salsa roja con sus patatones recién hechos, al igual que los calamares, aunque éstos estaban recalentados en freidora, pese a lo cual seguían tiernos y jugosos.


Ya casi ahítos, todavía con un hueco en el estómago, propuse otro de mis clásicos de Madrid, el Casa Labra, mítico local donde se fundó la UGT y al lado de Preciados. Allí, siempre a piñón fijo, pedí mis dos clásicos, las croquetas de bacalao (melosas, con su punto de nuez moscada), y las tajadas de idem (por cierto, cada vez más pequeñas). Tuvimos que hacer fila (la gente se llevaba cucuruchos de croquetas y tajadas a casa), pero mereció la pena. Os pongo una foto para que os entre todavía más hambre.


De allí fuimos a tomar el café a otro clásico, la Mallorquina de la Puerta del Sol. Yo no me pude resistir a esa napolitanas que, a lo magdalena de Proust, me recuerdan tantas visitas a Madrid. Eso, y un buen vaso de agua del grifo (allí me sabe muy buena y fresca el agua).

Ah, también vimos expos, la de Modigliani en el Thyssen (me gustó más la parte gratuita que hay en la Sala de las Alhajas, en la plazuela de San Martín) y la de Alphonse Mucha en el flamante Caixaforum, edificio que me gusto y me pareció otro buen referente museístico para Madrid, abierto todos los días de 10 a 10 y con la librería gestionada por laie (http://www.laie.es/), una de mis favoritas de BCN.

P.S. Nos dio tiempo también a ir a Fnac, y allí compré, además de tres libros de fotos (dos me los regaló mi amigo, ya os los recomendaré), un par de cds de jazz, uno éste, Here 'tis, de Lou Donaldson que me parece estupendo. A disfrutar.









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