¿A cuánto cotiza un muerto asiático?
Cuando se explican las características de la noticia se dice que hay que tener en cuenta el valor humano, lo insólito, la cercanía al acontecimiento... Pero siempre que ocurre alguna desgracia alejada de nuestro onfalocentrismo europeo (o sea, nuestro bonito, desarrollado, operado tal vez, ombligo) me doy cuenta de lo mismo, 100, 1000 muertos asiáticos no valen nada.
La semana pasada fue el tifón de Myanmar (antigua Birmania, con lo malos que somos algunos en geografía, además nos van cambiando los nombres...), unos 10000 muertos que apenas ocuparon tímidamente alguna esquina de algunos periódicos. El país, como muchos de la zona, es una dictadura y tampoco es que se difundan mucho sus desgracias. Ya no está en los mass-media. Ayer, en la provincia de Sichuan, en China (yo la conocía sólo por la pimienta), al menos 12000 muertos, con lo que esa tragedia ya tapa a la otra, todavía sin solucionar. En este caso, la cercanía de las Olimpiadas, el hecho de que se notara en Pekín (y alguno pensará ¡pobres deportistas de élite, se tienen que ir a competir a una ciudad que tiene riesgo sísmico!), el constante flujo de noticias sobre la antorcha y sus azarosos viajes (estúpido gasto donde los haya) va a causar que salga más días en los medios, pero nada en comparación con... una caquita del perro de Andrés Pajares o la última tontería del político de turno.
Y así nos luce el pelo, así va el mundo de la información.
Menos mal que de vez en cuando uno lee cosas de periodistas con sentido común, como me ocurrió con el polaco Ryszard Kapuscinski (y ya lo puse aquí) o hace nada con Manu Leguineche y su El club de los faltos de cariño, libro que os recomiendo. No es un ensayo, más bien unas memorias volanderas donde Leguineche va reflexionando, al hilo de sus encuentros y sus recuerdos, sobre todo lo que le viene a la mente, en forma de párrafos tirando a cortos. Leguineche es de esas personas que a uno le caen bien, con el que podrías irte a tomar unas cañas, como ya dije de Carlos Llamas, que te podría contar, con profundidad pero cercanía, cosas de cualquier parte del mundo.
A seguir bien, Manu.
P.S. Hoy suena, que las lluvias me han vuelto otoñal de nuevo, este cd de Bill Evans y Lee Konitz, suave y entretenido.
Salud.
Etiquetas: Bill Evans, Manu Leguineche, Periodismo
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