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miércoles, junio 27, 2007



Dos historias de un crimen




La semana pasada fue bastante prolífica en cuanto a cine, me vi 3 pelis, de una de ellas, Bajo las estrellas, ya hablé y recomendé lo que pude. Hoy toca a Historia de un crimen, que es el título que le han dado aquí a esta peli de arriba. Y por supuesto, lo primero que hay que hacer es comparar, porque hace un año o así se estrenó otra peli, Capote, que cuenta EXACTAMENTE los mismos hechos, aunque basados en biografías de Truman Capote diferentes.

En este caso, me quedo con esta versión, más ácida, mejor interpretada y desnuda, incluso desgarrada a veces. Toby Jones borda el papel, menos glamuroso que el anterior Capote de Philip Seymour Hoffman, más ácido, más, dicen, parecido al carácter real de Capote. No me gusta la aparición en pantalla de esa soseras que es Sandra Bullock, aunque no lo hace mal del todo (reconozco mi fobia personal) y en el resto de los interpretes destaco a Daniel Craig, bastante carnoso y mucho más modulado que el otro asesino de la otra versión. La iluminación y la fotografía, claramente inspirada por Edward Hooper, le dan una textura especial, muy crepuscular, como tiene que ser en ese descenso a los infiernos que supone el proceso de creación de A sangre fría. yo tampoco me la perdería.
P. S. En el ciber, hoy pondría el volumen 1 de un recopilatorio que me compré en BCN de Blue Note (y van...) titulado Hip Hammonds & Soulful Grooves, una maravilla de funk y jazz bailable.

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lunes, junio 25, 2007




La mejor Costa de España, la Brava






No es que me haya dado por ser agente turístico, de lo que hablo es de La Costa Brava, el grupo en el que están Sergio Algora (ex-Niño Gusano y ex-Muy Poca Gente), Fran Fernández (Nixon en solitario y también Australian Blonde), Ricardo Vicente (Richi, que estuvo en Tachenko, la última y atinada incorporación) y Enrique Moreno (que tambíén tiene un grupo propio, The Vampyres, aunque no los he oído).

Llevan años haciendo algunas de las mejores canciones de POP, con mayúsculas, que se pueden oír por ahí: "Dos ostras", "El cumpleaños de Ronaldo", "Adoro las pijas de mi ciudad", "Falsos mitos sobre la piel y el cabello" y ahora las de su nuevo cd, ese que pongo arriba. No es porque yo sea amigo de Sergio, una amistad fraguada en su bar y por lamúsica que ponía, pero pienso que esta maravillosa canción titulada "Natasha Kampush (Hazme una perdida)" es lo mejor de este año, su intensidad, su emoción, su punto de cultura pop que sirve de paso para hablar de temas más universales. Ahí va la letra:


Juntos los dos...

Juntos los dos...

Y juntos los dos...

Juntos los dos...



Hoy quiero que parezca

que nunca fui tan feliz.

Hoy quiero que parezca

que siempre todo estuvo bien.

Juntos los dos...


Y ya no nos da miedo

que todo ahora pueda acabar.

Salimos en portada

y en los créditos del final.

Saber y perder es lo que hice siempre.

Saber y perder lo tengo por costumbre.


Es lo que hice ayer.

Y es lo que hice ayer.

Y es lo que hice ayer.

Y es lo que hice ayer.


Hoy quiero que parezca

que nunca fui tan feliz.

Hoy quiero que parezca

que siempre todo estuvo bien.

Saber y perder es lo que hice siempre.

Saber y perder lo tengo por costumbre.


Es lo que hice ayer.

Y es lo que hice ayer.

Y es lo que hice ayer.

Y es lo que hice ayer.


Juntos los dos.

Juntos los dos.

Y juntos los dos.


Según el autor, la letra se la canta el secuestrador a Natasha poco antes de suicidarse, y está llena de un romanticismo desgarrador, añado yo, del que pierde todo lo que tenía, aunque hubiera sido por la fuerza.
El otro día, La Costa Brava dieron un concierto magnífico en Zaragoza, sala Oasis, un sitio perfecto. Si van por vuestra ciudad, no os los perdáis.


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jueves, junio 21, 2007




Cómo acabar de una vez por todas con la crisis del cine español






Me gusta hacer cosas nuevas, es parte de mi espíritu infantil, y hoy es la primera vez que subo a Barcelona y me meto en un ciber, y eso que en Barcelona he vivido años y he ido unos cuantos cientos de veces.


Pero es que me urge. El otro día, lunes, me cabreé mucho con la huelga de los distribuidores de cine (?) que se quejaban de que no le dejaban poner todo el cine americao y comercial que querían, que les obligaban a programar un 25% de cine europeo en vez del 100% de ese género excelso con el que llenan sus pantallas. Está uno harto de que ese su cine llene todas las programaciones, además, como si no supiéramos, que su negocio no es el cine, es el entretenimiento, y, sobre todo, la comida. La entrada es lo de menos, de lo que más ganan es de las palomitas y esas bebidas que anuciaba el tl Michael Jackson. Y les jode que los que vemos otro cine no formemos parte del negocio.


En fin. Todo lo anterior, ese desahogo, viene a cuento de una cosa, no os perdáis Bajo las estrellas, peli de un director nuevo, Félix Viscarret, que tiene mucho que contar. La peli es como una especie de road movie estática, con uno personajes que arrastran desde el primer diálogo, una historia perfecta muy bien narrada, una excelente luz, casi otro personaje más de la trama. Éstos dos son los protagonistas, inmensos cada uno en su papel, destacando Alberto Sanjuán en un "looser" que no puede dejar de caerte bien. En la peli se habla bastante, pero muy bien, con diálogos que son muy naturales, nada impostados, y el retrato de toda la fauna que sale es muy creíble.

Si queréis acabar con la crisis del cine español, decidle a vuestro gerente de sala o lo que sea que deje está peli en cartel, que la anuncie, que le dé vidilla. Seguro que si le da tiempo la gente, con el boca-oreja, acudirá. A no ser que prefiera solo vender palomitas.



P. S. De fondo musical, aunque no es lo que suena, hay que poner a Chet Baker, y no digo más.

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miércoles, junio 20, 2007



Máscaras fabulosas caníbales






Bajo este titulo, quiero hablar de tres libros aunque sobre todo quiero hablar de este de aquí al lado.

Todo empezó hace unos años, cuando la Edad de Plata, en feliz acuñación de José Carlos Mainer, no tenía apenas literatura escrita con su excusa. Entonces, un joven Juan Manuel de Prada, que todavía estaba apadrinado por Francisco Umbral y que era una gran esperanza blanca, publicó en Valdemar Las máscaras del héroe, una grandiosa novela llena de hallazgos verbales sobre la bohemia, el 27, Ortega, Ramón, la guerra civil... Yo la disfruté mucho y creo que merecía la pena.
A los pocos meses, Antonio Orejudo sacó su Fabulosas narraciones por historias, ésta que veis aquí, que también recreaba la misma época y algunos de los personajes reales, pero con más mala leche, imaginación y estilo.
Y ahora me he leído ese Manual de literatura para caníbales, de Rafael Reig, y que no debería faltar en ninguna estantería de ningún letraherido amante y conocedor de la literatura, especialmente la española. Es una novela-saga por momentos hilarante, donde se cuenta la historia de una familia, los Belinchón, que siempre, durante generaciones, llegan tarde al movimiento literario del momento. El lenguaje es crudo, divertido también, los retratos de escritores en general bastante inmisericordes, y el estilo ágil, muy dialogado, lo que hace que se disfrute desde la primera a la última página. La lástima es que ya lo he acabado.
P.S. Hoy le toca, no me preguntéis por qué, jazz, o funk-jazz. Anoche, mientra acababa el libro, sonaba uno de esas recopilaciones tituladas Mo'jazz, llenas de breaks y de ritmos calientes, muy propia para estas fechas. "A gosarrrrr"

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lunes, junio 18, 2007




The most famous bookseller street of the world






La verdad es que es la primera vez que pongo un título en inglés, pero como los ingleses son así, tan superlativos (¿cuántos sitios se llaman así en Gran Bretaña, the best, the finest, the most beautiful...? Lo que haría Freud con ese gusto por distinguirse y de señalarse de los británicos...) he pensado que iba bien.



Y todo por este libro, 84 Charing Cross, que me acabo de leer, de Helen Hanff, en una edición que tenía esta portada que os pongo aquí al lado. Muchos conoceréis la versión para teatro que hizo hace poco Isabel Coixet, yo no he tenido la suerte de verla, y eso que salía, al menos en la versión catalana, esa gran actriz que tanto me gusta que es Carme Elías. Pero hoy quiero hablar del libro. Es un auténtico canto a la amistad bibliófila, a la unión de dos almas separadas y que no se conocen, gracias al amor por los libros. Es una delicia de obra de no-ficción, es decir, real, en la que asistimos a la creación de una amistad entre Helen, la lectora americana, y Frank Doel, su librero en un Londres de postguerra que le va mandando los libros que ella le solicita. Por su parte, ella aprovecha para mandarles a sus amigos británicos que tan mal lo están pasando tras la guerra, comida y otros productos inencontrables en Londres. Y así, carta tras carta, se forja la amistad y la relación.

La librería ya hace años que no existe más que en ese endeble material que es la memoria y el papel de la novela.

Tampoco he visto la versión cinematográfica que está protagonizada por el gran Anthony Hopkins y Anne Bancroft y que en España se publicitó como La carta final, de nuevo otro título feo.

Leedla, os gustará.

P.S. Aunque no tenga nada que ver más que la amistad, hoy os recomiendo Velocidad de crucero, el último cd de La Costa Brava, que mi amigo Sergio me regaló el otro sábado. Vedlo ahí, barbado y con jersey rojo.

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viernes, junio 15, 2007




El de cada día









Sé que éstas son fechas de dietas milagrosas, problemas con el bañador y demás, y que ahora no apetece hablar de según qué cosas, pero a mí hoy me apetece hablar de pan, el alimento esencial de la dieta mediterránea junto con el vino y el aceite.


Hoy en día es difícil comprar un buen pan, hay muy pocas panaderías que no recurran a ese horror de la masa precongelada y así el público se ha acostumbrado a esas misérrimas baguettes (¡qué diferentes de las parisinas!) que al rato de comprarlas sirven de chicle o de arma arrojadiza. Ya hay pocos sitios donde la masa repose, el horno sea artesano (me parece que hay menos de leña de los que dicen) y se haga todo sin prisas.

En Cataluña al menos hay una cadena de panaderías francesas, Paul, que hacen unos panes estupendos, artesanos, integrales, con 8 cereales (yo no sabía que hubiera tantos), con olivas, con un olor que me recuerda a la panadería de Manolo en el pueblo de mi madre, donde se hacía el pan sin prisas, si se acababa se acababa y nunca salía antes de la hora. Uno de mis mayores placeres de la infancia era que me mandaran a por el pan y cogerle un repizco cuando estaba recién salido del horno y quemaba. Me decían que no era bueno, pero no lo podía evitar.

Sirva todo lo anterior para decir que he descubierto lamejor panadería del mundo, ésa de la foto, BarcelonaReykjavik, en la calle Doctor Dou, en el Raval de BCN, donde hay tantos restaurantes interesantes y al lado de una de las mejores librerías de BCN, La Central del Raval. Esta panadería es completamente artesanal, no utiliza harinas blancas ni refinadas, todos sus productos son ecológicos y tiene unos dulces que levantan la boina (bizcochos de canela, madalenas de chocolate y zanahoria...). Yo por ahora sólo he probado dos de sus panes, uno de puerros y semillas de amapola y otro, que tengo congelado, de zanahoria y pasas, y se me está haciendo la boca agua.
P.S. Dedicado a un amigo que me está leyendo, un panero irredento que se pone las botas en estas fechas de pan con tomates de pereta rallados y aceite. ¿Música? Estoy en un ciber, así que algo que creo que ya recomendé, un cd de Blue note que se titula Cordon Bleu y son todo canciones con la comida como título, o, ya que la panadería es islandesa, el primer cd de Bjork, Debut.
Salud.

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domingo, junio 10, 2007



Delirious




Lo he puesto ya directamente así, en cursiva, porque hoy sólo quiero hablar de una peli que corre el riesgo de pasar desapercibida y no lo merece. Es, evidentemente, Delirious, la última y mejor película, al menos de lo que he visto yo, de Tom DiCillo. Decir que se trata de una película sobre la inanidad de la fama, de la mediocridad de muchos de los personajes que ocupan horas y horas de nuestra vida por medio de TV o revistas, decir eso, sería no hacer justicia.

La peli es mucho más que eso, es también la vida de un fotógrafo de esas celebridades, por utilizar el término anglosajón, de un paparazzi que malvive de eso y que se alimenta de robar imágenes que, con suerte, alguna revista amarilla publica. Y también es una historia de amistad, con unos diálogos de los que sólo se ven en determinado cine independiente americano, fluidos y realistas. Y es también una mirada a los varios Nueva York, en ocasiones con una mirada parecida a la de la Sophia Coppola de Lost in translation, con una luminosidad que oscila entre el videoclip o Edward Hopper. Y una excelente banda sonora, y un novedoso Michael Pitt que sabe transmitir las zozobras de un homeless en un mundo que no le entiende.

Y es, sobre todo, el actor de la foto, Steve Buscemi, el eterno perdedor del cine americano que da a su personaje unos matices, una sensiblidad, un cariño pese a ser una sanguijuelilla, que pocos saben dar. Lo hemos visto con los Coen, con Tarantino, con Jim Jarmusch (prometo post) y no os lo tenéis que perder aquí. Me lo agradeceréis. Yo salí del cine con una lágrima, una sonrisa y silbando, y es una mezcla bastante difícil de conseguir. Ah, y tras los créditos hay una toma falsa que sólo vi yo en la sesión a la que fui.
P.S. Tanto DiCillo como Jarmusch me evocan instantáneamente a Tom Waits, que ha salido en sus pelis y que pone canciones, así que por una vez pongo lo fácil, suena el 3r cd de su última entrega, gentileza pirata de Alfonso, Bastards, y me está gustando mucho.

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jueves, junio 07, 2007






El país de la infancia






Alguna vez he dicho ya en estas ¿páginas? (¿cómo podemos llamar a esto, ¿prosas?, ¿escritos?, ¿páginas?...) que un género literario que me encanta es la novela de formación, las bildungsromans en palabro alemán que queda muy bien. Incluso en cine, un buen flashback o una voz en off sugerente, que sepa evocar ese "paraíso perdido", ese país de nunca jamás, se me hacen irresistibles.




Quizá por eso me han gustado tanto obras como El castillo alto, de Stanislaw Lem, sus memorias de infancia y juventud. Han salido en una editorial preciosa de esas que cuidan los detalles, http://www.funambulista.net, con una portada estupenda e incluso un enlace para ponerles comentarios. Fue un niño desternillante, surrealista, aunque a veces el ego se le sale por las costuras al intentar mostrar lo mucho que se adelantó a los tiempos.




Recuerdo el comienzo de El marido de la peluquera, peli que muchos odiaron pero que a mí me enganchó desde el principio, con esa Anna Galiena que derretía hasta las butacas y el excelente Jean Rochefort, en una de sus muchas interpretaciones geniales. Sí, el país de la infancia, un país perdido o negado en muchas ocasiones en aras de esa supuesta madurez pero que no hay que olvidar.


P. S. Hoy os voy a recomendar un cd por la portada, los Trembling Blue Stars y este disco, en el que sale el monumento a Peter Pan de Hyde Park, también un encanto. Tienen página web a su nombre con muy buena pinta.
Salud.

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lunes, junio 04, 2007






La epifanía del vermú










La verdad es que no sé de cuándo me viene la costumbre, pero hace ya muchos años que el momento más feliz de la semana es el domingo, ese día anarquista del que ya hablé, cuando salgo a echarme un vermú, así con ú. En Cataluña lo dicen más vermut, en otros vermuz, o vermutito, yo vermú.




Sin ponernos en plan magdalena de Proust, recuerdo mis primeros vermús de adolescente, en el añorado bar Windsor de Zaragoza, en el Coso Bajo, donde tomaba siempre ese vermú que le llamaban remolachero, sin marca y cabezón, pero rico fresquito y con sifón. A veces era cerveza, depende de lo del día de antes. Después ya el vermú ha ido cambiando, a veces tapas caras de las que ponen por ahí, por ejemplo en los Vitorinos de Zaragoza (ah, esa colmenilla con foie), otras veces una buena fritura de chipirones o calamares con cerveza.




Resulta que los ingleses presumen de inventar el brunch y hace años que uno se ha levantado el domingo tarde y ha desayunado cualquier cosa o lo ha sustituido por el vermú directamente.


Es un rito magnífico y gustoso. coger el periódico, pasear al sol, ir al sitio en cuestión que uno haya elegido. Es bueno fiarse de los bares donde se ve gente, sobre todo si es gente de la que ya no se deja engañar con los supuestos chollos, ni de la que le gusta presumir de lo mucho que se puede gastar. En Madrid hay sitios fantásticos, en Barcelona iba mucho al Mañé, al ladito del mercado de Sant Antoni, pero el domingo cierra y había que ir al Amigó, aún más cerca de los libros.


¿Y en Tarragona? Sin lugar a dudas, mis amigos ya lo saben, soy asiduo de El Tóful, en la plaza del Fórum, unas bravas estupendas, chipirones y mejillones con romesco como sólo los hacen en esta parte de Cataluña. Un bar de los que ya tienen sus buenos 50 años, con una atención exquisita y un ambiente acogedor de verdad. Y hoy está cerrado, así que lo dejaré para otro día.


Salud.


P.S. ¿Qué le pega a esta entrada? Algo tipo Tonino Carotone, o Macaco, o Muchachito Bombo Inferno. A disfrutar.

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