Cebada, lúpulo, malta... (1)
Como se habrá podido observar con anterioridad, estas prosas pertenecen a alguien a quien le gustan los placeres de la buena mesa, bebida, conversación, lecturas, música... Bueno, todos, pa que vamos a mentir. Y todavía no había dedicado unas palabras a uno de mis placeres cotidianos más asequibles, la cerveza, aunque creo que sí que recomendé ese excelente libro que es El primer trago de cerveza, de Philippe Delerm. Otro día de sequía bloggera ya hablaré de las cervezas extranjeras, en botella o en surtidor. Si voy a mi nevera tengo, creo, 7 marcas de cerveza diferentes, ninguna nacional, pero eso, digo, será otra historia. Hoy lo dedicamos a las cervezas españolas, en surtidor, las cañas.
Soy buen bebedor de cervezas en los bares, me parece que por uno o dos euros, una buena cerveza bien tirada, si además está acompañada con algo de comer (ah, esa maravillosa costumbre de poner algo con la caña. Me encanta la sorpresa de esa tapita!) es una excelente manera de pasar unos minutos.
No quiero establecer una clasificación de cervezas de barril, pero reconozco mi debilidad por la Mahou Cinco Estrellas que ponen en Madrid en muchos bares. Creo que es donde mejor tiran las cervezas de aperitivo o de media tarde, las de por la noche son igual de malas en todos los sitios. Esa espumita densa, que añaden los buenos camareros al final, ya con todo el líquido servido, su poquísimo gas (es uno de los secretos de que no hinchen y que quiten la sed), su vaso de caña, popular, algo grueso y basto tal vez.
Por supuesto hay muchas más, la Ambar que tenemos en Aragón (excelente la Export como cerveza de noche), la Estrella Damm en Cataluña (el paréntesis de antes sirve para la Voll-Damm), la Estrella de Galicia, alguna Amstel (el sábado, que estaba en Madrid con mis padres, tomamos unas buenísimas en la zona de S. Antonio de la Florida, con unas croquetas de tapa inolvidables). Apoyado en una barra, el pie en la barra de latón del suelo, unas risas, cariño, complicidad, un platillo con algo encima, ¿qué más se puede pedir?
P.S. Sigo con el estupendísimo Richard Hawley, su Lady's Bridge, ahora ya comprado, y cada día me gusta más. Y seguro que en su Shefield se ha tomado varios miles de pintas y me entenderá...
Etiquetas: Gastronomía. Cerveza, vida cotidiana.
2 Comments:
He de reconèixer que envejo no poder acostumar-me al gust amargant de la cervesa i compartir tots aquests plaers que propagueu els cervesers, però m'incloc al bon gust per les tapetes i per la conversa en bona companyia si s'accepta com a beguda plaent un xampú (és a dir una clara) ben fresquet. I és que tens raó: què més es pot demanar?
Bé, el xampú té més de refresc que de cervesa, però aceptamos pulpo como animal de compañía.
Gràcies per entrar-hi.
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