De nuevo recurro a un título prestado (en este caso de Martínez Monegal en un ensayo sobre Neruda) para esta entrada. Y a una de esas fotos de Rodchenko que parecen fáciles y que muestran todo un mundo en su interior. Y a un tema que tampoco es nuevo en este blog, la literatura de viajes.
Otras veces he comentado que me gusta leer varias cosas a la vez, según momentos (tarde, noche, medios de transporte..., en fin, manías de lector). Que a libros que prometen densidad cual solomillo me suele apetecer entreverarlos, mecharlos, con algo más ligero y llevadero, hasta el punto de que a veces ese libro se apodera del otro, del "titular", por así decir. En otras ocasiones ya he recomendado libros de viajes actuales que realizan esa función. El libro de viajes es un subgénero difícil, y creo recordar que nombres españoles como Xavier Moret, Martínez Laínez o Enric González (del que se ha reeditado hace poco la inencontrable Historias de Londres, de lo mejor que se puede ver hoy en una librería) ya han salido. De los extranjeros, además de Theroux, pocos más recuerdo, hasta que llegué por casualidad a un holandés, Cees Nooteboom y su Hotel Nómada, que confieso que adquirí, además de por el tema, por conocer a la traductora, Isabel Lorda Vidal (ay, mis primeras sustituciones como profesor en el Bronx de Sant Adriá del Besós) y por el prólogo de Alberto Manguel.
Cees Nooteboom es el caso típico de nómada, que lleva más del 75% de su vida fuera de su casa, que dice que el axioma de Pascal, "Las desgracias del mundo se deben a que la gente no es capaz de permanecer veinticuatro horas seguidas en una habitación" no es problema para él, que él es su habitación. El libro me gusta más por las reflexiones que tiene sobre el acto de viajar, los hoteles, la vida que subyace en los tipos humanos y su dibujo, me gusta más, decía, por eso que por las crónicas en sí, algunas ya muy pasadas de contexto. Pero os lo recomiendo, y buscaré su Desvío a Santiago, que tuve mil veces en la mano y no compré. Que vaya bien.
P.S. Suena el último Wilco, que lo pusieron a caldo, Sky blue sky, gentileza del garfio de Alfonso, que está bien, sin ser magistral.
Etiquetas: Cees Nooteboom, literatura de viajes
2 Comments:
La literatura de viajes está muy bien para el verano; relaja, y añade conocimientos en un momento en que el cerebro no funciona muy bien. Suele ser ligerita, aunque la hay más profunda. No sé si lo leeré, parece que tenga algo de prevención contra este señor holandés, pero, si dices que está bien, habrá que caer en sus libros algún día (quizás en la biblioteca). Y no es garfio, que es parche
¿Parche? Pareces un pulpo con lo de las búsquedas. Y suscribo lo que dices, algo ligerito viene bien para estas temperaturas externas e internas.
Nos vemos. ¿No podrías bajarme algo de...?
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