La mirada ensimismada
O íntima, o extática, o solipsista. El caso es que este domingo, venciendo la molicie propia de un día en que desayunas cerveza como quien dice, fui a ver la última peli de José Luis Guerín (tengo dudas sobre si él le pone el acento), En la ciudad de Sylvia. Para no llamaros a engaño os copio la sinopsis que dan en los Renoir, no sé si me cabrá: "Un chico en una ciudad, mira a una chica. Después mira a otra". Y eso es todo. Para los que piensen que el cine es narración, evidentemente no es la peli ideal, si pensáis en una peli de Tarantino, esto es como todo lo contrario, pero a mí me gustó y me parece que hay que apoyar cine diferente a lo de siempre.
A mí me pareció una reflexión sobre el eterno femenino del que hablaba La Mode, del misterio. No es que el diálogo quepa en un folio, es que cabe en el filo del folio, pero con las miradas, con los dibujos que hace el protagonista, dice mucho más que otras miles de pelis.

Tiene un ritmo fluvial, de meandros de río, como si ese tranvía que puntúa la única conversación de la peli se inmiscuyera en los fotogramas. Y tiene elementos de otras pelis de Guerín que me gustaron, como Tren de sombras: las imágenes nocturnas de las habitaciones con los faros de los coches iluminando las paredes; o el tratamiento del sonido, casi documental como en En construcción. De hecho me parece que Guerín es de los autores que más cuidan ese elemento, el sonido directo, que le da una atmósfera peculiar a su cine. La banda sonora, que según algunas fuentes era del grupo Migala (buenísimo uno de sus cds, Así duele un verano, aunque desolador...), también es un acierto.
Yo os la recomiendo, aunque hay que saber a lo que se va.

Os pongo esta imagen de Brassai que no es un tranvía pero me lo recuerda y también tiene un eco de uno de los mejores planos de la peli.
P.S. Como música de hoy, lo dicho, ese inmejorable LP de debut que fue El eterno femenino de La Mode, ya inencontrable incluso en su edición en cd junto con sus demás canciones del segundo LP, que no le llegaban ni a la suela de los zapatos. Especialmente recomendada la canción que le da título, El eterno femenino.