Etiquetas: reality
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jueves, marzo 29, 2007
Extraños en un tren
Esto es real, no verídico, lo oí a partir de las 11.30 del sábado en un tren camino a BCN. El tren venía de Reus y los protagonistas tenían un aire, quitando el sombrero, con estos dos. Uno, el raro, lo llamaré Jordi, el otro, el más raro, era JJ. En Reus hay un psiquiátrico muy famoso, Pere Mata, lo que igual explica cosas.
Dice JJ:
- Tío, eres mi mejor amigo.
Jordi: - Vale, tío.
JJ: - Yo es que soy nazi.
Jordi: - Vamos a fumar.
JJ: - Vale, pero los dos, que eres mi amigo.
Jordi: - Que no, que nos pillan el sitio.
JJ: - Jordi, ¿Los nazis qué son?
Jordi: Pues gente a la que le gusta su país, que no se consideran catalanes ni valencianos ni nada, sólo españoles. Como yo. Yo es que soy facha.
JJ: - ¿Y qué es un facha?
Jordi: - Pues como yo, pero sólo de España. Lo que no hay que ser es de Franco o de Hitler, que esos eran malos, que hicieron la guerra.
JJ: - Te vendo este cd. Me costó 4 € [repítase 20 veces cambiando a la baja el precio]
JJ: - Yo es que más que nazi creo que soy heavy metal.
Jordi: - ¿Y eso?
JJ: - Pues eso, que me gustan los porros, el rollo satánico (cómprame este cd, que te lo dejo por un uro!). A mí es que por la noches me habla Satán.
[Mutis por el foro, el tren espitorrao de risa, el revisor que se abre las venas. Y luego dicen que el tren es caro. Si pilla esto Beckett...]
miércoles, marzo 28, 2007
Recuerdos de un amnésico
Muchos ya conocéis mi debilidad por el compositor Erik Satie, que ha salido varias veces en estas páginas. Ni siquiera la popularidad de sus "Gimnopedies", que están incluso en móviles (¿la inefable sociedad recaudadora llamada SGAE a quién le paga los derechos de Satie?) consiguen que me canse de oírlo. Y es que la música de Satie tiene ese componente de lo etéreo, de lo que subyace en el aire una vez que se elimina éste (eso era la poesía, ¿no?, lo que permanece después de quitar aquello que no es poesía. Es el misterio, y su biografía tiene mucho de ese elemento consustancial a Satie. El ocultismo, una cierta misantropía teñida de humor e ironía. Cuando murió, su ropero tenía 25 traje iguales al que llevaba puesto, sin estrenar, todos negros. Y hoy os quería recomendar sus memorias, con el bello título de Memorias de un amnésico, toda una declaración de intenciones sin ocultar nada, o todo, como todos, como nadie.
Lectura otoñal, con "monotonía de lluvia tras los cristales". De hecho, hace años lanzaron un recopilatorio de Satie en Decca interpretado por Pascal Rogé en navidades y se titulaba Aprés la pluie, bastante obvio pero muy bello.
martes, marzo 27, 2007
La muchedumbre famélica
Valga esta entrada para recomendar un libro que me acabo de leer. Es de mi amigo (aunque sólo nos hayamos visto unos segundos lo puedo llamar así) José Ramón Díez Espinosa y se titula El desempleo de masas en la Gran Depresión. Visto así pensaréis que es la típica monografía sesuda sobre un tema histórico, pero no tiene nada que ver. Se trata de una especie de memoria de esa época tan convulsa, los 20 en adelante, a través de docenas de novelas, películas, fotografías, ensayos históricos, monografías, que analizan y diseccionan con todo detalle cómo era la vida de la muchedumbre, de la masa anónima en los países más desarrollados: qué comían cada día (sacado de novelas como las de Orwell, pero también de escritos de la época o de investigaciones actuales), cuántos suicidios se cometían (y se nombra "La canción del suicida", que luego versionó gente como Billie Holliday, "Gloomy Sunday" y que era la protagonista de esa película reciente que me gustó titulada La caja Kovac), en qué espacios ocupaba su ocioso y odioso tiempo el desempleado, cómo se vivía, qué se sentía, cómo se sudaba de desesperación y de ansia un día tras otro, cómo los cuerpos como los de Gigi de la novela de Keum Una de nosotras se buscaban en un afán de tener algo de calor, las peripecias de un ciego, un cojo y un manco en el devenir diario, los "hobos" que deambulaban por Estados Unidos de tren en tren. Y todo esto trufado de datos. Y cuando digo trufado lo digo de forma literal, en mitad de la lectura surge el dato sabroso que pone la exactitud en la impresión subjetiva del narrador de una novela o un relato.
Las letras de las canciones que acompañan al libro o las fotografías sirven todavía más para incrementar estas sensaciones.
Lo dicho, un excelente libro, id y encargadlo en vuestra librería, aunque la universidad de Valladolid no es que se espabile mucho en estas lides. A mí me ha encantado.
P.D. De fondo, algo de Kurt Weill, de la Ópera de los cuatro cuartos. Otro día os cuento la expo que vi en BCN, La música y el III Reich, que también es espectacular. Y si me inspiro, un fragmento de conversación entre dos orates en el tren que es digna del "Sugrañes" de Eduardo Mendoza.
Salud.
Etiquetas: Díez Espinosa, Gran Depresión
domingo, marzo 25, 2007
La atracción del abismo
Este precioso título de un libro fundamental del siempre interesante Rafael Argullol (joer, cuántos adjetivos en una línea) me sirve para hablar de esa señorona de la foto que la mayoría de vosotros conoceréis, la británica Marianne Faithfull (no sé si es pseudónimo, pero su apellido se podría traducir por llena de fe).
El libro de Argullol no habla de ella, sino del Romanticismo y del paisaje romántico como plasmación del interior del poeta, pero también podría hablar de esta rubia de voz rota, musa en los 60 (y novia de) Mick Jaegger, David Bowie, los Kinks... Luego otro novio más intenso, la heroína, que la llevó al retortero toda su vida... Y en los 80 renace con su excepcional LP (que ayer busqué en Barcelona sin éxito, Modern English) y ya es de nuevo la musa de la modernidad. Se la ve entonces en películas como Intimacy o en la reciente María Antonieta, pero no ha dejado de cantar con su voz de miles de litros de alquitrán provenientes del tabaco y de la mala vida. Oírla cantar, como el viernes se pudo gracias a Radio 3 (quién si no) "Mackie the knife" de Kurt Weill, pone todo el vello patas arriba.
Y nos atrae, como las mariposas barrocas que morían al precipitarse en la llama que les llamaba, estos dioses del arroyo, estos desechos en pie, tienen la fuerza del que ha cruzado el Averno y se acuerda de todo, del que ha ido al sitio del que casi nadie vuelve. Son los ángeles caídos, tan atractivos que dejan en nada al rubicundo triunfador que nos cuenta cosas ya conocidas y aburridas.
Valga este homenaje para ellos.
Etiquetas: Marianne Faithfull
viernes, marzo 23, 2007
Las canaperas
Hoy no me apetece entrar en grandes disquisiciones y os voy a contar algo bien curioso y significativo de cómo nos luce el pelo (bonita expresión, pardiez).
Resulta que la hermana de un conocido mío es una autora de éxito de eso que llaman literatura de género, que es como decir de segunda. No sé ni títulos ni nada, pero tenía varios premios de éstos de literatura rosa. Bueno, pues su hermano me habló de la existencia de las canaperas (así, en femenino), es decir, gente que es contratada por editoriales para comer canapés, hacer bulto y dar conversación (en este caso no sé si el orden de los factores altera el producto?). Se ve que tu presentas un libro que quieres promocionar un día en que hay un partido de fútbol de la champiñón lig y no va ni el apuntador, así que hay está el organizador tirando de agenda y llamando a las canaperas. Por supuesto, según la categoría del evento, se cotizan y hay de primera, segunda y demás, depende del porte, la conversación, el tono que se quiere dar...
Así que la próxima vez que os veáis en un entorno de ésos fijaos bien en las caras, en el organizador, en si hay algún guiño del tipo "Entretenme e éste". Curioso mundo el del "espectáculo".
Yo, por mi parte, tengo fichadas a dos señoras bastante mayores que, en Tarragona, van a todo lo que organiza la Caixa. No parecen gente contratada, sólo gente que se ha enterado del asunto de las inauguraciones y están siempre como un clavo, beben su cava, repiten, eligen el canapé que les parece más exquisito, y se van. Si hace frío, pasan a la sala o al documental que se presenta. ¡Cómo no sentir ternura por estas dos señoras! Ya sabrán más de arte que muchos.
P.D. Suena Italian Café, los recopilatorios de Putumayo, siempre magníficos, ahora el genial Giorgio Conte y su Canelonni, donde dice algo así como "triste la tua dieta mentre jo mangio como un elefante"
Etiquetas: canaperas, literatura, música
sábado, marzo 17, 2007
El flâneur
Este concepto de "le flâneur" me ha atraído desde siempre. Si no recuerdo mal, la primera vez que se habla de él es en un comentario que hace Baudelaire de un cuento de Edgar Allan Poe, "El hombre en la multitud". Y el "flâneur" no es más que eso, el urbanita que pasea por la ciudad y se va deteniendo en los escaparates, las tiendas, sin ninguna intención concreta. En ocasiones ese peripatético, recordad que así les llamaban a los filósofos griegos como Platón o Aristóteles que discutían alrededor del patio, entra en algún sitio, o se toma un café si tiene con qué pagarlo. Otro día hablaremos de los cafés en Europa, pero ya os recomiendo un libro de George Steiner, Una idea de Europa, donde se reflexiona sobre esta idea del café en la idea de Europa. Lo que hoy me importa es el hecho del paseo sin intención, sin cómo ni por qué.
A mí me gusta mucho pasear así, y tengo la teoría, bastante confirmada, de que los habitantes de los pisos altos se acuestan más tarde. Imaginarse cómo viven, qué ocurre en esos pisos, me parece muy sugerente.
P.D. Hoy no suena nada especial, pero tengo a Oscar Peterson en la recámara para escuchar en cuanto pueda.
Etiquetas: flâneur, literatura
martes, marzo 13, 2007
Antes de nada, pondremos la venda antes de la herida: si crees que la iglesia católica es un dechado de virtudes, inefable, que sus obispos y sus radios tienen la razón, deja de leer porque esto no te va a gustar.
Sé que hay que diferenciar entre la jerarquía y los curas de a pie, las parroquias de barrio y todo eso, pero de lo que quiero hablar, y desahogarme, es de la Iglesia católica en España, sus comunicados y pastorales.
Me tienen harto, me agota que se suban a un púlpito, o a una radio, y se pongan a decir barbaridades y ofensas impunemente, que se aprovechen de la buena fe, o a veces de la inquina, de los feligreses, reclamando cada vez más cosas, y que haya gobiernos que lo acepten, incluso algunos de izquierdas, presuntamente. Más dinero para la escuela privada, donde, curiosamente, apenas hay emigrantes de los que no son de élite (ellos sacan sus cifras de emigrantes y les salen, pero son japoneses, americanitos del norte, algún centroeuropeo..., pero de lo del mundo real nada), la Iglesia eligiendo al profesorado de su asignatura (por cierto, ¿qué pinta ese tipo de profesorado elegido así en la enseñanza pública?) por sus actitudes personales y vitales, y el Constitucional que lo avala. Va siendo hora de que se revise el concordato que se firmó hace demasiados años, en un país que dista mucho de ser éste.
Y el obispo de Jaca y Huesca diciendo que lo del 11-M no está claro y que el actual gobierno no está libre de pecado en lo sucedido, y que si abonar las mieses y no sé qué।
Hay una página que te ayuda a darse de baja de la religión católica, a quitarte del registro como bautizado, no sé si es apostasia.com, la buscaré.
¿Música hoy? El himno de Riego, en versión popular, que había muchas. En realidad suena Siouxsie and the Banshees, que también era bastante siniestro.
Con dios.
Etiquetas: iglesia, mala leche
lunes, marzo 12, 2007
El poeta fingidor
Me ha dado últimamente por hablar de poetas y, claro, no podía falta mi poeta favorito, este señor serio y con gabardina que pasea por la Baixa que diseñó el marqués de Pombal para Lisboa tras el terremoto que casí acabó con ella. Es, evidentemente, Fernando Pessoa, el poeta de las voces múltiples, los heterónimos, que eran segregaciones suyas que escribían de forma muy diferente a él, y cuyas personalidades le influían. Todo un caso de escritor enamorado de la escritura que ve que su obra le crece, le influye y le sobrepasa.
Y no sólo eso. A veces, cuando iba a visitar a su novia (pobre Ofélia, ¡qué dura tiene que ser la vida al lado de un genio!), no acudía él, sino Álvaro de Campos, su heterónimo más raro y vanguardista, y entonces la trataba de forma completamente diferente, con desprecio, le hablaba con palabras ininteligibles y ella se quedaba destrozada (hay una edición de las cartas que le escribía, Pessoa o Álvaro, Cartas a Ofélia, pero no sé si se podrá conseguir).
La poesía de Pessoa, o las prosas de El libro del desasosiego, de otro heterónimo, el oficinista Bernardo Soares, que trabajaba en la Baixa también, cerca de un bar donde Pessoa se empapaba de bebidas espirituosas (de eso murió) son de lo mejor que se ha escrito en el siglo XX, por supuesto no sólo en Portugal (tan cerca, tan lejos).
Os recomendaría tantas cosas... Buscad poemas en las antologías, como la que hizo Ángel Crespo titulada El poeta es un fingidor, echadle un vistazo a sus prosas, mirad a ver qué os dicen sus dudas, sus constantes paseos, hablad, como hice yo (siento nombrarme) con su estatua sedente en el café A Brasileira, uno de los más bonitos del mundo (prometo entrada próxima sobre cafés) y escucharéis una voz única.
P.D. Pessoa en portugués es persona, y persona, aunque no se lo crean mia alumnos, es el nombre de la máscara que se ponían los actores griegos en la escena. Pessoa tiene un apellido perfecto para su personalidad.
Como música, algo portugués poco obvio, Sétima Legiao y su espléndido Mar d'outubro.
viernes, marzo 09, 2007
De nuevo aquí, vengo de cometer un par de pecados veniales, eso sí, pincho de tortilla, mediana y dos croquetas caseras (una delicia!) en el celler Gras sin humo del que os hablé el otro día y de mirar los cepos en Abacus a ver si había caído algo. Pocas novedades, pero me he cogido un libro baratísimo de fotos de los años 20, preciosas, y un libro de Manu Leguineche, que siempre me ha caído especialmente bien, Hotel Nirvana, una vuelta por Europa a través de los hoteles de lujo (más que nada porque nunca los visitaré, of course). Pero hoy os quería hablar de la traducción y poner un poema del señor que tenéis arriba, el escritor en lengua polaca Adam Zagajewski.
La traducción me ha parecido siempre un arte muy difícil, captar las sutilezas de otro idioma que no es el materno no es tarea que se aprenda en poco tiempo, o tal vez nunca. De hecho, yo leo en cuatro idiomas con más o menos fluidez y creo que no me atrevería a traducir nada, y menos literatura.
Conozco a tres traductores bien diferentes, pero sólo dos se dedican a la literatura, Federico Corrientes (compañero de facultad, amigo y traductor del inglés, por ejemplo el Irvine Wels de Trainspotting) y Xavier Farré, traductor de polaco y alguna otra lengua eslava. Mi admiración por su trabajo es infinita, así que, como homenaje, aquí va un poema de Zagajewski traducido por Xavier Farré del libro Deseo para Acantilado:
La ciudad donde me gustaría vivir
Es una ciudad silenciosa al atardecer, cuando
las pálidas estrellas despiertan de su desmayo,
y ruidosa al mediodía con las voces
de filósofos orgullosos y mercaderes
que traen terciopelo de oriente.
Arden en ella los fuegos de las conversaciones,
pero no las piras.
Las iglesias antiguas, piedras enmohecidas
de una vieja oración, son su lastre
y su cohete espacial.
Es una ciudad justa,
donde no se castiga a los extranjeros,
una ciudad de memoria rápida
y de lento olvido,
tolera a los poetas, a los profetas les perdona
su escaso sentido del humor.
Es una ciudad construida
según los preludios de Chopin,
reducidos a la tristeza y la felicidad.
Pequeñas colinas la rodean
en un ancho anillo; allí crecen
fresnos de campo y el esbelto álamo,
juez en la nación de árboles.
Un río impetuoso atravesando el centro
de día y de noche murmura saludos
misteriosos de las fuentes,
de las montañas, del azul del cielo.
Etiquetas: Traducción, Zagajewski
jueves, marzo 08, 2007
Hay una frase que siempre utiliza el ínclito Ramón Trecet para cerrar su programa "Diálogos 3" en Radio 3 (programa que me gustaba mucho hace tiempo, aunque a él lo prefiero como comentarista de la NBA, la música New Age o World Music me cansa) que siempre me ha llamado la atención: "Buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo". En la red la atribuyen a Milosz, Ginsberg... (si alguien la localiza de forma fiable que lo diga), el caso es que me parece muy pertinente con la que está cayendo en España, y lo que arreciará.
No voy a hablar de la penosa situación en España, sino que quiero reflexionar de forma rauda, como exige el formato, sobre la contemplación de la belleza. Ver cosas bellas, y no es un rasgo de idealismo, eleva la moral y serena el ánimo, euforiza, en el sentido literal de la palabra, la obra bien hecha no cansa y gusta de ser contemplada una y otra vez, no pierde su aura, que decía Benjamin, ya citado aquí en varias ocasiones.
Todo esto viene a colación porque se acaba de inaugurar en Tarragona una exposición del fotógrafo Man Ray, un personaje fundamental en las vanguardias (recomiendo la lectura de El París de Man Ray) y que viene a ser como el reverso de las fotografías de Cartier-Bresson. Lo que en éste es improvisación, captura del instante poético y evanescente, en Man Ray es trabajo, experimentación, prueba, horas de laboratorio, poses... Pero también sus imágenes, como la que os pongo, Le violon d'Ingres, mil veces reproducida, tienen un fuerte hálito poético, transmiten algo del subyugador misterio de las cosas bellas, eso que tienen de inefables, de inaprensibles, pero que emociona.
P.D. De nuevo en el ciber, oigo conversaciones bastante tontas, pero hoy os recomiendo el cd de jazz de El país, la increíble Ella Fitzgerald.
Etiquetas: Arte, fotografía, Man Ray
domingo, marzo 04, 2007
Cine, cine, cine
Así, por triplicado, porque este fin de semana he ido tres veces al cine, y además a tres pelis bien distintas. (Por cierto, una reflexión volandera, ¿qué tendrá el cine para que todavía digamos hoy, cuando algo nos parece estupendo, que "está de cine"?).
El viernes, leyendo el periódico, veo que en la Filmo de Zaragoza ponían, nada más y nada menos que El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder, que la tengo en dvd, que la he visto en pantalla grande es esos cines de BCN que se merecen un monumento, los Mélies, pero no me pude resistir. Tiene esta peli uno de los mejores guiones de cine negro nunca escritos, con un comienzo portentoso que ya no te suelta, y unas interpretaciones abracadabrantes. Cuando Norma Desmond baja las escaleras en su salida de la mansión, las lágrimas me parecen inevitables. La reflexión sobre el cine, su mundillo, la falsedad, son de lo mejor que se ha escrito en un guión.
El sábado tocó otro clásico contemporáneo, el Clint Eastwood de Cartas de Iwo Jima, una dura peli sobre héroes, banderas, traiciones, nuestro pequeño mundo, el deber... No es la mejor peli de Eastwood ni la mejor de guerra, pero es interesante, muestra que todos somos lo mismo bajo nuestro uniforme, el que sea.
Y el plato fuerte fue ayer, esa excelente peli que tenéis en la foto, La vida de los otros, un desgarrador testimonio de las miserias de la vida en la RDA anterior a Gorbachov, con su Stasi espiando y vigilando a todos los ciudadanos. Espléndido el trío protagonista, Sebastian Koch (que estaba también muy bien en El libro negro), la estupenda Martina Gedeck que me encantó en otra peli muy distinta que os recomiendo, Deliciosa Martha, y Ulrich Mühe, el espia, que no conocía y que me pareció muy bien. No os destripo nada del argumento, id a verla, su tono, contenido pero emotivo, llega hasta dentro. Así, de refilón, ese miedo, me recordó a un día que mi padre, en los últimos años de la dictadura de Franco, trajo una octavilla que repartían por los barrios obreros, o el centro, no sé, y el miedo en la cara de mi madre al pensar que podía venir la policía o algo así. Creo que la quemaron en el cuarto de baño y la tiraron al water, por si acaso. Yo tenía 6 ó 7 años, pero aún lo recuerdo.
P.D. Está sonando un excelente cd que me cogí en Fnac, Bart Daveport y su Maroon Cocoon, que además estaba baratito, pop acústico precioso y sencillo.