Hay una frase que siempre utiliza el ínclito Ramón Trecet para cerrar su programa "Diálogos 3" en Radio 3 (programa que me gustaba mucho hace tiempo, aunque a él lo prefiero como comentarista de la NBA, la música New Age o World Music me cansa) que siempre me ha llamado la atención: "Buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo". En la red la atribuyen a Milosz, Ginsberg... (si alguien la localiza de forma fiable que lo diga), el caso es que me parece muy pertinente con la que está cayendo en España, y lo que arreciará.
No voy a hablar de la penosa situación en España, sino que quiero reflexionar de forma rauda, como exige el formato, sobre la contemplación de la belleza. Ver cosas bellas, y no es un rasgo de idealismo, eleva la moral y serena el ánimo, euforiza, en el sentido literal de la palabra, la obra bien hecha no cansa y gusta de ser contemplada una y otra vez, no pierde su aura, que decía Benjamin, ya citado aquí en varias ocasiones.
Todo esto viene a colación porque se acaba de inaugurar en Tarragona una exposición del fotógrafo Man Ray, un personaje fundamental en las vanguardias (recomiendo la lectura de El París de Man Ray) y que viene a ser como el reverso de las fotografías de Cartier-Bresson. Lo que en éste es improvisación, captura del instante poético y evanescente, en Man Ray es trabajo, experimentación, prueba, horas de laboratorio, poses... Pero también sus imágenes, como la que os pongo, Le violon d'Ingres, mil veces reproducida, tienen un fuerte hálito poético, transmiten algo del subyugador misterio de las cosas bellas, eso que tienen de inefables, de inaprensibles, pero que emociona.
P.D. De nuevo en el ciber, oigo conversaciones bastante tontas, pero hoy os recomiendo el cd de jazz de El país, la increíble Ella Fitzgerald.
Etiquetas: Arte, fotografía, Man Ray
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