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miércoles, febrero 14, 2007



Más de una vez, el circo





De repente, a mi alrededor, no veo más que carteles de circo. Parece increíble cómo nos gustaba de pequeños tanto, la complicidad que establecíamos con el, payaso tonto, lo boquiabiertos que nos quedábamos con los acróbatas o los forzudos. Pero un día vamos a la furgoneta de los hermanos Tonetti porque alguien nos había dicho que conocía a un primo de la señora que limpiaba cuando la titular estaba de baja (o algo así) y nos da, el payaso listo, una foto firmada con más desgana que otra cosa, y otro día olemos las boñigas de los elefantes bajo el dorado de sus cintas, vemos que la acompañante del mago, vestida normal, es eso, muy normal, y el circo deja de paerecernos lo mismo. Aun con todo, cada vez que vemos sus carteles, hacemos un respingo a la infancia, aunque ahora recordamos pelis como El cielo sobre Berlín, Freaks, o libros como El circo, de Ramón Gómez de la Serna, hemos construido otro imaginario que se superpone al de la infancia.
P.D. He puesto una foto de Praga, este simpático Sincopator que tocaba en el puente San Carlos y que llenaba de alegría con su fanfarría. Hoy, que celebramos carnaval, me he puesto corbata.

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