Etiquetas: La Edad de Oro, La Mode, Para ti, pop español
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martes, abril 29, 2008
Para ti
De todas las canciones de la denostada movida, más que nada por su utilización política, mucho se ha dicho si "La chica de ayer" era la mejor de todas. Puede ser, pero esta interpretación de La Mode de un clásico del anterior grupo de Fernando Márquez, "el zurdo" (me imagino que el mote tenía su ironía), Para ti, me parece uno de los momentos más memorables del pop español. Os dejo con ella y os recuerdo que han salido 4 dvds que recogen los mejores momentos de La Edad de Oro, el fundamental programa de Paloma Chamorro que todos los "modesnos" (sic) veíamos y comentábamos.
Que vaya bien, que hoy tengo prisa.
sábado, abril 26, 2008
Con un par...
De un título así, cabe esperar que uno se ponga a hablar de gente que hace declaraciones como ese dirigente de seguridad nuclear (valga la antítesis) que ha dicho que si nos comiéramos un bocadillo con todos los isótopos y sustancias radioactivas que se escaparon de la Central Nuclear de Ascó (que aparece en algunos carteles sólo así, CN Ascó, por algo será) en el pasadísimo mes de noviembre, no nos pasaría nada. Yo, por si acaso, le recomiendo esa dieta a él y a algunas otras personas y me quedo con la imagen de la foto.
De todos los platos que a uno le gustan, que son muchos, no es que el favorito para cualquier ocasión sean unos huevos fritos con patatas y longaniza (si añadimos unos buenos pimientos del piquillo, buen pan, queso, buen vino tinto y un buen café con orujo, la epifanía es completa), pero sí que es algo a lo que nunca diré que no. En casa de mis padres, esa comida es de fiesta, de lujo, de las de señalar en el calendario. Podría decir aquí que el huevo (siempre dos al menos, mi padre tiene el record, según cuenta él, y yo me lo creo, de 14 huevos!) hecho con puntilla, la yema poco hecha pero sin esa agüilla tan desagradable, las patatas lentas y con un ajo para que cojan sabor, la longaniza de Teruel o de Graus, los pimientos de Mendavia o de Tolosa, el queso curado y el pan de leña y con la masa con mucho hueco, reposo y levadura madre, de esos que ya se ven en pocos sitios. Podría decir también que el vino podría ser de esos nuevos cariñenas plenos de sabor y sin raspar, o como el que me bebí con mis padres, un Argilay, Vino de la tierra de Jiloca de la cooperativa de Báguena de Jiloca (gracias, Jose y Asún por el presente), pero cada cual que lo complete a su gusto. Lo cierto es que es cocina de siempre, de la que nos lleva al pasado, al presente y al futuro, de la que impregna nuestras papilas gustativas y nuestra memoria. Salud.
P.S. No conozco ninguna canción que hable de huevos fritos, pero los zaragozanos Ixo Rai!, en su primer disco (que pagamos sus amigos comprando bonos), Mosica y mondongo, tenían un himno que siempre canto, "Más magra", dedicado al jamón, donde dice "con huevos fritos y ajo/ rebaño el plato/ con unos esparragos/ que sean gordos".
Salud.
Etiquetas: gastronomía, huevos fritos, Ixo Rai, vida cotidiana
martes, abril 22, 2008
El instante decisivo
No os preocupéis, no voy a hablar aquí de esa sección que había en una revista (tal vez Diez minutos, no sé) que se titulaba "¿Qué hubiera sido de mi vida si...?), no, quiero hablar de nuevo de Henri Cartier-Bresson, cuya exposición de la que hablé en el blog en enero de 2007 (no me sale el enlace, así que lo buscáis), lleva un par de meses en tierras tarraconenses. Creo que dije entonces que en la dicotomía entre fotografía "natural" y fotografía "de estudio" me inclinaba por la primera, cuyo más egregio representante es Cartier-Bresson. Precisamente de él viene ese concepto, ese "instante decisivo" que marca la obra de arte, esa "mirada de artista", concepto romántico, que hace que la realidad que vemos todos los días aparezca de nuevo trastornada, cambiada, al ser mirada por el artista, que está justo en ese momento componiendo su lienzo, su cuadro.
Os recomiendo que, si tenéis tiempo, os dediquéis a buscar alguna de sus bellas imágenes, como ésta de aquí al lado donde unos niños sevillanos desarrapados en 1932 no tienen nada, excepto su alegría, o la del comienzo, un prodigio de mirada única, o ésta otra en la que el Berlín en el que empieza a levantarse el muro que simboliza la guerra fría no consigue acabar con la curiosidad o con los deseos de libertad de tres aguerridos berlineses. Con razón se le ha llamado "El ojo del siglo". Además de sus fotos, me permito también recomendaos un libro de ensayos editado por Gustavo Gili titulado Fotografiar del natural, del mismo Cartier-Bresson.
P.S. Canciones sobre fotografía hay muchas, desde Japan y su disco Gentlemen take polaroids a Depeche Mode, pero lo cierto es que algunas de las primeras fotos más costumbristas de Cartier-Bresson, como ésta, me recuerdan a las maravillosas canciones de Charles Trenet y a una película llena de poesía y que no consigo encontrar que se titulaba Totó el héroe.
Salud.
P.S.S. Después de muchos intentos, hoy Youtube me deja subir el vídeo de Edwyn Collins que intenté subir hace unos días, así que aunque no tenga mucho que ver con la entrada (está en blanco y negro y es una bella canción, eso sí), ahí lo tenéis.
Etiquetas: Arte, Cartier-Bresson, Charles Trenet, fotografía
jueves, abril 17, 2008
Agua de beber
Éste es el título de una famosísima canción de Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes que me viene pintiparada (vaya palabro repipi) para estos días de polémica sobre el agua (y lo que te rondaré...).
Que soy un enamorado del Ebro no lo tengo que demostrar, ya lo he dicho más de una vez por aquí. Mi relación con el río es curiosa. Durante 16 años, viví en Zaragoza en un barrio muy alejado de los puentes del río, por lo que la única noticia que tenía del río era cuando "era noticia". Recuerdo, aunque era un niño cuando ocurrió, la caída de un autobús al pozo de San Lázaro, al lado del Puente de Piedra, y las leyendas urbanas que se empezaron a contar: que si era un pozo sin fondo, que si no se encontraba el autobús, que si allí el agua era salada porque había una conexión extraña con el mar... El caso es que cuando paseaba con mis padres por allí me agarraba a la barandilla con fuerza por si acaso.
Luego cambié de barrio y ahora mi casa (alguna casa, que dice Calamaro) está al lado del río y paso decenas de veces al mes. Y siempre lo miro, con rabia al verlo tan seco, con pena al verlo tan dejado, con miedo cuando brama y baja crecido, con cariño cuando parece un río normal. Aunque no se crea, algunos hablamos con el río, y lo necesitamos.
Por eso me da tanta pena que hablen de que un río desperdicia el agua que va al mar. Los ríos son eso, agua que va al mar ("nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir" que dijo Jorge Manrique). Y lo que es evidente es que no podemos crecer y crecer indefinidamente a costa de un recurso natural que se agota (aunque curiosamente eso no se refleje en el precio que se paga por él), que no se pueden hacer regadíos a cualquier precio (y eso incluye a mis paisanos aragoneses), que la agricultura intensiva y sin preocupación medioambiental, los campos de golf, los proyectos faraónicos de todo tipo (de Marina d'or a Grand Scala) se dan de leches con lo que es gestión sostenible del agua. Y que la demagogia es muy peligrosa.
A mí sólo me faltó conocer el maravilloso Delta del Ebro, del cual os pongo dos fotos, para convencerme de lo fantástico que puede ser un río y su entorno natural bien preservado.
P. S. Además de la música de Jobim, que siempre viene bien, hoy suena en mi ordenador uno de esos discos para días de lluvia que dice mi amigo Sergio Algora, el deliciosamente triste y que ya nombré por aquí, Way to blue, el recopilatorio del cada vez más de moda y reivindicado por los post-folk Nick Drake. Saludos.
Etiquetas: ecología, nick drake, río Ebro
martes, abril 15, 2008
El amigo Edwyn
Como se habrá podido ver, tengo debilidad por las voces masculinas graves, tal vez porque la mía también lo sea (y no hace falta ningún análisis freudiano para esto), y entre mis favoritas está la del señor Edwyn Collins del que ya os puse un vídeo de su etapa de Orange Juice, "Rip it up". En este caso os quería hablar de su último cd, pero simplemente os pongo la reseña que hizo el gran Kiko Amat de este disco. Ahí va. Y la suscribo al 1000 por 100.
"Qué testarudo, el tío. Primero ensambla Orange Juice, grupo de andrógino pop-soul en medio del punk más reaccionario. Luego inicia una espléndida carrera en solitario, ninguneada hasta que consigue un #1 mundial con A girl like you. Y ahora va y tiene un derrame cerebral con un álbum a medio hacer y, cuando sale del coma con medio cuerpo paralizado, ¿qué hace? ¡Acaba el disco! Y encima es bueno. Sí: él a los acordes, su hijo rasgando, y Edwyn ha entregado uno de sus mejores álbumes. Tiene funk-pop reposado y vasilón que podría ser del I'm not following you de 1997, como You'll never know (my love). Tiene baladas reflexivas, lentas y melancólicas, pop con spleen (Leviathan o It's in your heart o el tema central, One is a lonely number). Tiene pop agitado (Then I cried), y pop-de-cuando-el-héroe-se-despide-agitando-el-sombrero-al-final-de-una-peli en la emotiva A heavy sigh. Lo tiene todo, y lo ha finalizado estando muy enfermo; gente muy sana y con muy poco talento va a golpearse duramente en los dientes tras oírlo."
P.S. Pues eso, si os gusta el pop de siempre, modernizado y bello, a por él.
Etiquetas: Edwyn Collins, Home Again, pop
viernes, abril 11, 2008
Del amor a una ciudad
Uno de los libros más fascinantes que me he leído últimamente y que no quería dejar de reseñar es Estambul. Ciudad y recuerdos, del escritor turco Orhan Pamuk. Ya sé que el autor es polémico para muchos, que en su país tiene una fama que a mí me recuerda a la que tiene Javier Marías aquí (ego incluido), que tener premio Nobel tampoco es que ayude mucho a que los escritores se hagan una cura de humildad, y mucho menos a que sus detractores cambien de opinión (ah, esa anécdota de Miguel Mihura cojeando en el Café Gijón tras un éxito teatral para que sus enemigos no le tuvieran tanta envidia y darles más pena), sé todo eso, pero el libro me parece bellísimo.
Es una especie de autobiografía en la que el crecimiento del personaje va parejo al descubrimiento de la ciudad, a la fijación de una imagen, aunque movediza, de ella. Así, a capítulos centrados en relaciones familiares, su descomposición, sus inquinas (y el libro es poco autocomplaciente, aunque la mirada sea egoísta) siguen capítulos en los que el autor va desgranando las diferentes Estambules que ha ido leyendo y descubriendo en las enciclopedias, libros de viajes, recuerdos y evocaciones de la prensa, hasta crear un palimpsesto donde las visiones se entrecruzan, donde el tono melancólico, de color sepia, lo va impregnando todo. A eso hay que añadirle que la edición va trufada (¡me gustan las metáforas culinarias!) de unas excelentes fotos en blanco y negro y de un tono poético que hace que el texto se vuelva inolvidable en muchas páginas (las imágenes de los barcos que cruzan el Bósforo por la noche, los incendios del viejo pasado esplendoroso de la ciudad...). A mí me dio mucha pena que se acabara, y he de reconocer que había leído un par de libros anteriores de Pamuk y ya se le estaba acabando el crédito para mí, pero su voz narrativa me agarró y no me dejó parar. Espero que lo disfrutéis.
P.S. Las referencias musicales que pone Pamuk son las típicas de alguien adolescente en los 70 en un país como Turquía, Bob Dylan, Beatles, etcétera, pero yo le pondría algo de jazz como Thelonious Monk, o la melancolía del cool jazz de Art Pepper o Chet Baker.
Salud.
Etiquetas: ciudades., Estambul, jazz, Orhan Pamuk
lunes, abril 07, 2008
Sucedió donde nunca pasa nada
Así rezaba el cartel de una de mis películas favoritas de los últimos diez años, la fantástica (por lograda, no por no realista) Fargo de Joel y Ethan Coen. Para mi gusto, es la peli más conseguida de esta pareja de hermanos que llevo siguiendo desde hace años. Me gusta todo de esta peli, especialmente su humor negro (de repente te ves carcajeándote de cosas de las que nunca pensarías que te reirías), pero también el guión, esos diálogos cogidos de oído, como unos Azcona americanos, las interpretaciones memorables, de la sheriff embaradísima Frances McDormand, todo sentido común y perseverancia, al pobre hijoputa de William H. Macy, al que todo le sale mal (preciosa la imagen de la desolación cuando rasca el hielo de su coche), pasando por el gran Steve Buscemi del que ya os hablé en otra ocasión y todos y cada uno de los actores de reparto que configuran un retrato coral inapelable de la América real y profunda. Impagables las dos prostitutas universitarias (como lo son todas las chicas del Play Boy, según dicen siempre en los reportajes fotográficos) cuando se entrevistan con la policía ("Era un poco raro. Tenía la polla torcida", aunque en la V.O. dice "Estaba circundado"!!), el japonés solitario, el marido de la policía, su compañero... En fin, todos.
Yo creo que la he visto 4 ó 5 veces y la semana pasada repetí, y en VOSE, que me pareció todavía mejor.
P.S. La BSO es magnífica también, esa entrada con todo nevado y el coche, minúsculo, avanzando con la música épica a todo trapo. Y José Feliciano en un bar de un hotel, y Buscemi diciéndole a otra puta también excelentemente elegida en el casting: "Bueno, hoy hemos tenido suerte, hoy toca José Feliciano". Por cierto, en mi cd de versiones de "Sunny" También sale José Feliciano, hoy hemos tenido suerte.
jueves, abril 03, 2008
Fragmentos de un diario amsterdanés (1)
Un bar en el mundo (16-3-2008)
Si hay un "bruine cafe" en el mundo, creo que estoy en él, Gollem, un garito negro del humo, hippie pero muy acogedor, cosy que ponen ellos en la puerta para acoger a la clientela americana e inglesa. Creo que sólo estamos de fuera dos americanos y yo. Estoy en la parte de arriba, con una pipa y una Jopen negra, tostada más bien (stout) que me está sentando de maravilla.
Lo de la tolerancia de Amsterdam se confirma, haces lo que quieres sin pedir permiso, siempre que no molestes, claro. "Haz lo que debas". Y los dos guiris se están zampando unos quesos con algo de arenques o vinagritos o así que me están dando envidia, pero es muy pronto.
Vuelvo a una reflexión de otros diarios, en España tenemos la fama, pero aquí, y en Londres, y en Dublin, y en toda Europa me parece, la patria son los bares, siempre llenos, siempre alegres. Y hay muchos, la verdad, al igual que restaurantes. Así que menos lobos. [...] Lo más recomendable será andar algo más hasta encontrar otro sitio, a lo mejor entrar en alguna de las librerías que haya abiertas (lo de los horarios comerciales aquí también lo tienen jodido por lo visto) y refugiarse allí haciendo tiempo como los abuelos. ¿Nos convertimos en abuelos al viajar con lluvia? En fin, último trago de cerveza y "Here we go".
Comida con vistas (17-3-2008)
En el Kaisergracht, al lado de los almacenes Metz&Co, Morlang Cafe, una sopa de tomate riquísima, un poco picante, y luego he pedido curry. El garito es uno de esos modernos con encanto, luminoso, con detalles (papel pintado rojo oscuro imitando los esgrafiados) muy agradables (mesas de piedra, una escalera de caracol con claraboya. Tiene una calidez muy amable, con luces indirectas además de los dos ventanales al canal y a la claraboya. Todo autóctonos urbanos que se comen sus huevos fritos (3) con pan y sus hamburguesas de palmo [...] Veo mucho vino en todos los bares, y en las tiendas no me ha parecido caro. Se ve que aquí tiene la impronta de la elegancia, para diferenciarse del populismo de la cerveza [...] Por cierto, la Heineken de aquí, nada que ver con la española, tiene mucho más sabor, más cuerpo, y no parece esa cosa desustanciada que ponen en España.
P.S. No recuerdo ni apunté la música que sonaba en estos lugares, pero al llegar al hotel me ponía Oil on canvas, el album en directo de Japan, que encontré por 5 € y que en España está desaparecido en el limbo de los cds descatalogados y que os recomiendo y grabo a todo aquel que le guste la música elegante y levemente exótica.
Salud.
Etiquetas: Amsterdam, bares, Japan, Viajes por Europa