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viernes, abril 17, 2009







Hasta los andares, o también Apología del gorrino o ¡¡Más magra!!








(Esta entrada se gestó un 17 de abril, o sea, dos semanas antes de la peste de marras)


Será por la mala conciencia de tener el blog desasistido, cuando me pongo a escribir me salen cosas serias, de libros, discos, pelis, y abandono otros temas, más frívolos si se quiere, pero de los que también me gusta escribir. Por ejemplo, de la comida.



Será por haber estado hace poco en Segovia, donde disfruté de un magnífico cochinillo, o será por acordarme de las morcillas de Monreal del Campo o por lo que sea, me ha apetecido hablar algo de ese animalito tan apetecible que es el cerdo, tan fundamental en la dieta de tantos millones de personas. En el pueblo de mi madre, como en tantos otros, sa hacía (y se sigue haciendo, aunque cada vez menos), la matacía o matanza del cerdo, en los meses en los que empieza el frío, que como ya dije, en el pueblo puede ser nada más acabar agosto. Lo cierto es que las fechas suelen ser hacia noviembre ("a todos los cerdos les llega su San Martín" se dice, es decir, el 3 de noviembre) para sí hacer acopio de comida calorífica para el crudo invierno: orear las longanizas, morcillas y chorizos, salar y secar los jamones, hacer la conserva (día de fiesta, con el aceite de oliva friendo y conservando el lomo, la costilla, la longaniza...)


Lo mejor del caso, es que dejando de lado a la gente de estricta observancia musulmana y judía, el cerdo es casi una constante en toda Europa, Asia, América e incluso más. Así, desde la salchichotas alemanas, los salamis húngaros, los sancochos latinos, las feijoadas brasileiras, el cerdo está en la cultura de media humanidad, así que un respeto para el señor cochino.


P.S Música? El primer LP de Ixo Rai, por alusiones, pero buscaré un vídeo también de los ochenta. Salud.

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domingo, abril 12, 2009








Si dios tuviera ventanas...


Hay que reconocer que si existe un pueblo o etnia o como lo queramos llamar, curioso y sorprendente sobre la faz de la tierra, ése es el pueblo judío. No voy a hablar de los hebreos, ni de los israelitas, ni tan siquiera de los judíos en general y su cultura, que darían para mucho. Sólo quiero que apuntéis este nombre de un escritor búlgaro y que vayáis a comprar su primera novela editada en España. Él se llama Angel Wagenstein y la foto que he podido encontrar no hace justicia al tono de esta novela que nos llegó el año pasado, El Pentateuco de Isaac, gentileza de la benemérita y excelente editorial Libros del asteroide (http://www.librosdelasteriode.com).


Que me aspen (¡cómo me gusta esa expresión de los western!) si no es uno de los libros más divertidos que me he leído. El subtítulo del libro nos pone en antecedentes de lo que vamos a leer: "Sobre la vida de Isaac Jacob Blumenfeld durante dos guerras, en tres campos de concentración y en cinco patrias", al igual que lo hace la cita previa a la introducción y que utilizo en parte como título: "Si Dios tuviera ventanas, hace tiempo que le hubieran roto los cristales".

La novela es una especie de novela de iniciación (bildunsroman) de las que ya he hablado otras veces. En este caso es la entrada en la madurez del judío de Galitzia Isaac Jacob Blumenfeld narrada en primera persona, un personaje que tiene ecos de buena parte de la narrativa eslava, desde mi adorado Bohumil Hrabal al Hasek de Las aventuras del bravo soldado Schwejk, es decir, esa especie de tonto que se va haciendo un hueco en medio de las mayores desgracias que el "bonito" siglo XX se empeñó en prodigar.


La narración avanza fluidamente, con un desparpajo al que no es ajeno ese tono oral tan propio de los eslavos y los numerosos (y excelentes en muchos casos) chistes de y sobre judíos. Los personajes que se cruzan con el pobre protagonista tienen en muchos casos un gran interés, destacando sobremanera el del rabino (aunque ateo y comunista!!!!) Bendavid, todo un hallazgo y que da las notas más irónicas y lúcidas de toda la narración.


Si a eso se le suma que la novela retrata ese microcosmos tan apasionante como es la Europa central de entreguerras, arrancando con los estertores del Imperio Austrohúngaro, pasando por la Alemania de Weimar, la anexión austríaca, la 2ª guerra mundial, los campos de concentración, el muro de Berlín..., vamos, el siglo XX europeo, veréis que no es cualquier cosa. Y todo ello leído en un suspiro, 316 páginas de esas que dan mucha pena que vayan pasando.


Lo dicho, altísimamente recomendable. Y acaba de publicarse Adiós, Shangai, la 2ª parte, auque independiente, de su trilogía sobre los judíos en Europa en el siglo XX. ¡¡Bien!!


P.S. No es lo que suena ahora en mi cuarto, a las 2.00 de la mañana del sábado, pero es lo que he puesto hace nada, un maravilloso cd que os recomiendo también vivamente, bello, sencillo y delicado, Let It Die, de la canadiense Feist. Salud.





















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