Plumíferos
Qué se le va a hacer, uno es un plumífero, a tiempo parcial pero plumífero, es decir, llevo pluma. No sé de cuándo me viene la afición, sí que recuerdo que cuando comulgué (sí que hace tiempo de eso...) regalaban muchas veces un juego de pluma y bolígrafo, y me encontré con un par de ellos de la marca Inoxcrom, que hay que reconocer que eran malos de solemnidad. Era un poco incómodo lo de cambiar de cartucho y demás, sobre todo porque tienden a secarse rápidamente en cuanto no los usas.
Después, en otro de los regalos que daban las cajas, me llegó una pluma de la marca Sheaffer, que tenía la pega de que escribía bastante grueso y que era muy larga y gorda. Porque ésa es otra historia, los que escribimos con pluma tenemos manías: que si ésta hace el trazo muy grueso, que si pesa mucho, que si este plumín no acaba de escribir fluido...
Desde hace un tiempo, me he aficionado a las plumas pequeñas, que caben en cualquier sitio. Por ejemplo, la marca parisina Daniel Hetcher tiene algunas que me encantan, elegantes, suaves y discretas. Perdí (o más bien me perdieron) una, y no la he podido recuperar.
Lo único malo es que la pluma estilográfica, que relaja al escribir y que se desliza suavemente por el papel, necesita de una buena caligrafía, y no es mi caso. Como dice mi padre, cuando escribo lo entiende dios y yo, y una vez que lo escribo no lo entiende ni dios.
Afortunadamente, en internet la letra está estandarizada y no hay problema para mis sufridos lectores.
P.S. ¿Música para esta entrada? Me lo voy poniendo difícil. Lo último que me compré era de este señor que os he recomendado alguna vez, Lee Morgan, y más concretamente este cd. Y me gusta mucho para pasar los rigores del invierno (ayer me cayó encima un chaparrón de agua helada que me dejó tieso para todo el día).
Salud.
Etiquetas: jazz, plumas estilográficas, vida cotidiana
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