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martes, enero 15, 2008






El enigma con fin






La semana pasada tuvimos dos pérdidas importantes para la cultura española, por una parte la muerte del poeta Ángel González, uno de mis poetas preferidos, y por otro, la del oscense incalificable José Bello (Pepín), que en esta foto de la época de la Residencia de Estudiantes está cogido a Lorca. Los periódicos se han llenado de necrológicas (¡qué razón tenía mi abuelo cuando me decía: "Dios te libre del día de las alabanzas"!, el día en que te has muerto y un montón de fariseos se ponen a entonar cantos sobre tus virtudes y bondades), y lo más curioso es que este personaje fundamental para la cultura española no creó nada. Como le gusta decir a Enrique Vila-Matas, era un Bartleby de los que dicen "Preferiría no hacerlo" y no escriben nada.


¿Y entonces, qué mérito tiene? Pues mucho. Estaba en el momento justo en el lugar ideal, esa Residencia de Estudiantes por donde pasó toda la cultura española (y europea, el listado de sus conferenciantes y profesores invitados es para quitarse la boina) de los años 20, ese grupo que, con feliz acuñación de José-Carlos Mainer, conocemos como la Edad de Plata. Pepín fue amigo de todos, ayudó a crear el imaginario de Buñuel, de Dalí, de Lorca, los vio crecer como artistas mientras él mismo se quedaba, con su mirada irónica (siempre me ha parecido un gentleman inglés retirado, con esa pinta tan característica), en un discreto tercer plano. Yo lo descubrí en 3º de carrera, pues el profesor con el que disfrutábamos de la literatura de los siglos XIX y XX era Agustín Sánchez Vidal, experto en Buñuel, el cine y la vanguardia, y que ese año ganó el premio Espejo de España con su obra Buñuel, Lorca, Dali: el enigma sin fin, libro que os recomiendo fervorosamente a todos los interesados en los estudios culturales. Allí, la contribución del gran ágrafo Pepín se veía por todos lados, todos le escribían y le pedían consejo, libros...
Así pues, y haciendo una broma con las faltas de ortografía con la que Dali adornaba sus cartas, "Hadiós, Pepín".
P.S. Me lo pongo difícil con esto de las músicas, pero conociendo el gusto de alguno de los integrantes de ese grupo, yo pondría a Wagner, pero no ése que da ganas de invadir Polonia que dice Woody Allen, sino un cd que dio El País del pianista Uri Caine, Wagner en Venecia, que ofrecía una versión tremendamente irrespetuosa y rompedora de la música wagneriana, una "Cabalgata de las Walkirias" tocada al acordeón mientra suenan las campanas de fondo de Venecia... Increíble.

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