
Elogio de la antiguas estaciones de tren
Aquí ya he hablado de mi gusto por viajar en tren y cómo, el traqueteo del tren, está en mis venas desde pequeño. Con un mes de vida, en diciembre, mi madre ya me llevó al pueblo en uno de esos trenes que tardaban casi cuatro horas en hacer el recorrido hasta Monreal del Campo, con esos inviernos de verdad que congelaban hasta el pensamiento.
Pero el ritual del tren, su magia, sería menor sin las estaciones. Así como las estaciones de bus siempre son antipáticas, con su
s autobuses atufando, sus manchas de aceite, las de tren, sobre todo en las que el tren la atraviesa de un sentido a otro, tienen algo especial. En España hay muchas que me gustan, aunque sean de parada y marcha atrás como la de Valencia, la de Francia de Barcelona que abre este post, la de Atocha. Son auténticas catedrales de la industrialización, con su arquitectura de hierro y aire. Incluso las modestas de ladrillo hechas en los pueblos de España a finales del siglo XIX o comienzos del siglo XX tienen su encanto indefinible.



P.S. La música la subí ayer, el "Trans-Europe express" de Kraftwerk, pero dejadme añadir esta foto antigua de una de las estaciones europeas más emblemáticas, la Friedrich-Strasse de Berlín, la estación de las lágrimas, como se la conocía en los años oprobiosos del muro, donde las familias del Este y del Oeste de Berlín se despedían. Visita obligada en Berlín, aunque ya no se parezca a la foto.
Salud.
Etiquetas: estaciones, Kraftwerk, trenes
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home